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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La reciente medida adoptada por el Banco Central (BCRP) de elevar la tasa de política monetaria en 25 puntos básicos fue sorpresiva para muchos, ya que en un contexto de desaceleración económica, una lectura simple hubiera implicado deducir una reducción de la tasa, pues una tasa más baja supone mayor inyección de soles que la sustente y mayor liquidez (y un menor costo) para atender la demanda por crédito.

Sin embargo, el tipo de cambio juega un rol no menor. En un contexto devaluatorio, los agentes económicos tienden a incrementar sus posiciones en dólares. Los deudores, por otro lado, dejan de tomar deuda en dólares, cuyo valor viene incrementándose, y evitan se les dispare el monto de los intereses y principal que deben a los bancos.

En un contexto como este, el sistema bancario enfrenta una demanda cada vez mayor por créditos en moneda nacional y simultáneamente viene recibiendo cada vez más demanda por depósitos en dólares. Así, los bancos enfrentan una creciente escasez de soles ante una mayor demanda para colocaciones y comprar dólares. Esta escasez se reflejó claramente en el hecho de que la tasa interbancaria está sostenidamente por encima de la tasa de política monetaria y es que gran parte de la creciente oferta de soles inyectada por el BCRP no termina destinada enteramente a prestar y con ello reactivar la economía, sino a comprar más dólares para atender la creciente demanda por ahorro, alimentando así la espiral devaluatoria.

Es así que el alza de la tasa por parte del BCRP hizo más atractiva la moneda nacional para quienes ahorran en soles, liberando gran parte de la presión devaluatoria y reduciendo la expectativa de devaluación y la presión al alza de las tasas en soles de largo plazo. En una economía dolarizada como la peruana, esta alza en las tasas de corto plazo puede no enfriar la economía sino al revés.