"A pesar de que se le transmitió de muchas maneras y vía múltiples vecinos, el alcalde desestimó esos pedidos y ahora paga las consecuencias".
"A pesar de que se le transmitió de muchas maneras y vía múltiples vecinos, el alcalde desestimó esos pedidos y ahora paga las consecuencias".

La decepción y frustración ciudadana no solo se refleja en quejas en redes sociales, llamadas a la municipalidad o en plantones y protestas públicas, también se canaliza con la promoción de revocatorias. Los vecinos y las vecinas hartos de promesas incumplidas, de la corrupción rampante o de las mentiras que sus autoridades electas exhiben deciden no quedarse de brazos cruzados y buscan reportar su derecho ciudadano a ser representados. Ni qué decir del caso donde los alcaldes y alcaldesas aparentan ser sordos y ciegos de las necesidades ciudadanas y toman decisiones que perjudican más no alivian los problemas de sus propios vecinos.

La figura de la revocatoria es legítima y válida, sin embargo, también ha sido mal utilizada y politizada. De hecho, yo nunca he sido promotora de esta herramienta pues —las más de las veces— se utiliza por el bando perdedor de las elecciones, que decide by-passearse la democracia y restituir los resultados a su antojo. Sin embargo, cuando una autoridad delinque o cuando decide huir de su responsabilidad, pues la revocatoria es un mecanismo apropiado para implementar.

Los más de 200 kits de revocatoria comprados nos muestran este cortocircuito entre ciudadanos y representantes, un quiebre de confianza que, en estos casos, se hace irrecuperable. Sorprende ver cómo, por dar un ejemplo que me es cercano, muchos vecinos y vecinas hacen colas para firmar los planillones que recolectan las firmas de quienes están a favor de revocar al alcalde Canales de Miraflores.

Por mi trabajo, en Lima Cómo Vamos, yo nunca he promovido ni firmado revocatorias y, en este caso, no haré la excepción. Sin embargo, es interesante conocer cómo luego de que la municipalidad miraflorina recibiera los resultados de la encuesta que encargó a Ipsos, el alcalde reaccionó y reconoció su tremenda equivocación con las restricciones que impuso a los espacios públicos. A pesar de que se le transmitió de muchas maneras y vía múltiples vecinos, el alcalde desestimó esos pedidos y ahora paga las consecuencias. Su video de disculpas llegó tarde y sus excusas en las entrevistas periodísticas no son suficientes. Por ello, su revocatoria aparenta ser inminente. Y así como el caso de Miraflores, otras autoridades enfrentan el mismo problema al no haber escuchado con humildad y atención las demandas ciudadanas. Por suerte, la gente ya no es pasiva y expectante, ahora es decidida y activa. Y eso, siempre refuerza la democracia y mejora nuestra sociedad.