Un regalo para Lima

En estos días turbulentos, parecía que los demócratas íbamos a ir a un funeral antes que a celebrar la Navidad. Por suerte, aún podremos pasar estas fiestas en familia sin tener que preocuparnos por vivir en un país desestructurado y al mando de un grupo que persigue intereses propios y no el bien común. Así las cosas, y con el horizonte nacional en tensa calma, podemos volver a mirar lo que ocurre con nuestra capital. Lamentablemente, no está pasando mucho y seguimos sobreviviendo a la inercia de la gestión metropolitana y sufriendo el día a día entre el tráfico, las peleas –¡incluso a golpes!– entre conductores y el miedo a que nos arrebaten lo que llevamos con nosotros. Nada distinto a lo que nos hemos acostumbrado.

La lista de regalos para Lima se vislumbra larguísima y ni todos los papa noeles del universo podrían atender esta demanda, pero quizá, si todos pedimos lo mismo, nos puedan cumplir el deseo. Por eso, les propongo un solo regalo para Lima que sirva a todos sin importar dónde vivamos y que nos dote de orgullo y pertenencia, que tanta falta nos hace: la recuperación del río Rímac.

Imaginen cómo cambiará la ciudad si es que tomamos el río y en todo su recorrido desarrollamos acciones en el espacio público; se promueven servicios ecosistémicos; se limpia el cauce y se prepara para recibir los huaicos; se eliminan las invasiones y chancherías ubicadas dentro del río y se nos garantice agua limpia para asegurar nuestras vidas y no morir de sed.

De hecho, en el concurso promovido por Lima Design Network, se acaban de premiar varias propuestas de transformación de tres sectores del río Rímac que podrán atender tanto a los vecinos de la zona como a todos los visitantes que podrán pasear por este espacio natural que nos ha sido arrebatado. Así que aquí tienen varias ideas que poner en marcha y empezar esta transformación poco a poco.El próximo año, con las elecciones regionales y municipales en ciernes, ojalá algún candidato o candidata se atreva a proponer una recuperación integral del río Rímac. Definitivamente se trata de una obra costosa y que tomará muchos años, pero estoy segura de que hará que Lima pueda volver al cauce para convertirse en una ciudad sostenible. Y, además, ese alcalde o alcaldesa podrá ser recordado como aquel que sí logró mejorar nuestra ciudad. Así que, cuando sean las doce y vayas a rezarle al niñito Jesús o veas una estrella fugaz esta Nochebuena, cierra los ojos fuerte y ruégale por nuestra Lima, para no seguir perdiendo y empezar a ganar, y que esta vez no sea por un pelo.