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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Es la Semana del Chilcano, esa bebida a base de pisco que no tomo porque, en general, tomo poco o nada. Casi por obligación. Aunque a veces suelo probar una cerveza o un vino, pero hace buen tiempo que no pruebo cosas más fuertes que eso. El pisco siempre ha sido una bebida peligrosa para quien no sabe tomarla. Podemos ser víctimas de ella con una buena quemada de garganta cuando lo tomamos puro o de una mala resaca cuando nos entregamos a más de dos o tres vasos de pisco sour sin medir el poder dulcete de una bebida que se ofrece como aperitivo. Hace algunos años, era esta bebida la que nos hacía sentir "orgullosos" por un 'no sé qué' que tiene que ver con lo gastronómico, las bebidas y varios etcéteras. Hoy y desde hace un tiempo, el chilcano saltó a la cancha para ser protagonista, dejando un poco en el olvido al pisco sour y para sentarnos en los bares emblemáticos, en las playas o en la sala de nuestras casas a conversar de pisco, orgullos y patriotismo. También hay quienes conversan de cualquier otra cosa y eso es lo vital cuando hablamos de un trago refrescante como el chilcano, te invita a conversar, a sentirte cómodo, a dejar el celular de lado y los chats en pendiente para disfrutar, desde el escenario en el que estemos, de una buena charla. Es un trago que, a diferencia de muchos otros, enseña a beber pisco, que para las personas que no somos conocedores puede parecernos agresivo. El chilcano, felizmente, fue mi puerta hacia el pisco porque no hubiera sabido qué hacer con una resaca tan fuerte o una quemadura de garganta por mi ignorancia alcohólica. Hoy sigo bebiendo poco o nada, pero sé que puedo tomarme un chilcano, tener una buena charla y disfrutar del ambiente. Todo eso junto con un trago que, lejos de hacernos sentir orgullosos, creo que debería hacernos sentir la suerte de poder juntarnos y disfrutarlo. Siempre hay un momento para un chilcano en buena compañía. Tal vez para mí también lo haya.