Cazado en su salsa. (Piko Tamashiro/GEC)
Cazado en su salsa. (Piko Tamashiro/GEC)

Con la detención preliminar del expremier César Villanueva, se suma un nombre más al dudoso purgatorio de políticos acusados de tener o haber tenido vínculos con la corrupción. El pedido lo realizó el fiscal supremo Jesús Fernández Alarcón, quien lo acusa de ser presunto instigador del delito de tráfico de influencias agravado y patrocinio ilegal, figuras jurídicas que nunca como hoy son parte ya del vocabulario cotidiano en nuestra escena política, pero que en esta oportunidad presentan llamativas particularidades.

Al mismo tiempo que se arrestaba a Villanueva, se le levantaba el secreto bancario, le allanaban su casa y con él caían también el fiscal superior Alberto Orlando Rossel Alvarado, el fiscal adjunto de Lima Norte Ronald Chafloque y otro personaje. Aunque al ex primer ministro se le investiga en el contexto del caso Odebrecht, ya que su nombre ha saltado más de una vez en los testimonios de Barata y otros funcionarios de la constructora brasileña, sobre sobornos que habría recibido a cambio de favorecer determinadas concesiones cuando era presidente de la región San Martín, la detención se produce porque, en la tesis del fiscal, Villanueva, coludido con estos funcionarios, habría estado tramando infiltrar el equipo especial Lava Jato para que le facilitaran información confidencial y torcer el desarrollo de las investigaciones que ahí se le siguen.

El curso que ha tomado la trayectoria de quien comenzó en la gestión pública como un exitoso presidente regional que escaló rápidamente a la política nacional a través del humalismo y luego con el partido Alianza para el Progreso (Acuña), el trampolín que le permitió llegar al disuelto Congreso de la República, cobra pues un nuevo giro que no precisamente le favorece, pero en cambio sí parece ceñirse a su estilo, afecto sobre todo a lo conspirativo y a las maniobras tras las bambalinas, como cuando participó activamente en la campaña de la mayoría fujimorista para tumbarse al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. Todo indica que esta vez, sin embargo, sus deslustradas maniobras bajo la mesa no tendrán el final que esperaba.

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