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Carolina Trivelli: Transferencias y pobreza extrema
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trivelli@iep.org.pe
Los debates sobre la pobreza mostraron que necesitamos dos cosas, incluir y crecer. Pero también evidenciaron el rol de los programas de transferencias monetarias (Juntos y Pensión 65) en la vida de los más pobres.
Los programas de transferencias llegan preferentemente a los más pobres y para ellos son una tabla de salvación. Hay más de 500 mil peruanos que pasarían hambre, es decir, serían pobres extremos según la medida de pobreza monetaria oficial, si no existieran estos programas.
La tasa de pobreza extrema para el 2014 es 4.3% y sería 6% si no existieran estos dos programas. Bien gastados mis impuestos. Usted podrá decir que es asistencialismo y que no saldrán de pobres. Yo discrepo. Es una ayuda que construye futuro pero, sobre todo, que da de comer.
Estos programas generan un piso mínimo y se concentran en lugares que tienen altas tasas de pobreza. Con ello, se movilizan recursos que permiten no solo mejorar las condiciones de vida de las personas que los reciben, sino que cambian la economía local y además hacen viable la llegada de servicios y mercados, y con ello llegan oportunidades económicas. Aunque al inicio es un mercado ficticio con dinero público, luego es un mercado con gente que emprende, que crece.
Los peruanos en pobreza extrema, los que pasan hambre, viven mayoritariamente en entornos muy frágiles. No hay Estado, no hay empresas, no hay servicios, no hay infraestructura; y cuando los hay, son de mala calidad, funcionan a veces y son inestables.
Es rol del Estado ayudar a estas personas hasta que eso cambie. Hoy se está llegando con transferencias pero acompañadas de mejores servicios, salud y educación, programas productivos e infraestructura.
Ese es el combo que necesitamos para que más peruanos puedan transitar hacia una salida sostenible de la pobreza extrema.
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