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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En las reuniones de Lima, el FMI y el Banco Mundial han reafirmado la urgencia de eliminar la pobreza. En concordancia, los nuevos objetivos de desarrollo sostenible han situado a la erradicación de la pobreza como su primera meta.

Queda clara la tarea y el compromiso: erradicar la pobreza al 2030.

El presidente del Banco Mundial, Dr. Kim, enfatizó en que hay que acabar con el hambre y la pobreza extrema. Señaló que nuestra generación es la primera que puede lograr un mundo sin pobreza. Para lograrlo, hay que trabajar a favor de los grupos en situación crítica, los pobres extremos (que son algo menos del 10% de la población mundial).

En el Perú, este ha sido un objetivo presente en las políticas públicas de los últimos tres gobiernos y debe seguirlo siendo. Salvando las diferencias en cómo se define y mide la pobreza extrema, el Perú puede y debe lograr este objetivo. La pobreza total afecta al 22.7% de los peruanos y la pobreza extrema al 4.3%. Pero sabemos que este tramo final, atender a este 4.3%, es el más difícil. Es la pobreza dura, la que está más lejos, la que enfrenta un amplio y heterogéneo conjunto de carencias.

Es imprescindible que el próximo gobierno mantenga y profundice los esfuerzos para eliminar la pobreza, y en primera instancia la pobreza extrema. Para ello se requiere, además de crecimiento, una política focalizada que asista a las personas mientras logran insertarse en una senda de desarrollo sostenible.

La erradicación de la pobreza extrema exige programas de asistencia junto con la provisión de servicios públicos de calidad –salud, educación, justicia–, el cierre de brechas en el acceso a servicios claves –agua, camino, comunicaciones– y programas de desarrollo adecuados a sus características y entorno. El "combo" completo es lo que nos hará cumplir con esta meta global y demostrar que somos un país que crece e incluye.