Cambiar la historia
Cambiar la historia

Este 1 de enero se producirá el relevo de todas las autoridades regionales y locales en el Perú. Dos prioridades absolutas deberían encabezar las agendas de gobernadores y alcaldes. Honestidad, probidad, transparencia y rendición de cuentas en la gestión pública y, paralelamente, eficiencia en la ejecución de los recursos asignados.

Que no sea el nuevo comienzo de un ciclo nefasto en el que las nuevas autoridades, tras un tiempo en sus cargos, terminan en prisión o acumulando denuncias de irregularidades y coimas durante su mandato.

La pobre ejecución del presupuesto y del gasto en proyectos de inversión obliga a no pocos gobiernos regionales a devolver grandes cantidades de dinero al Tesoro Público, habiendo tanta necesidad en las localidades más alejadas del país en temas de salud, educación, seguridad, infraestructura, etc.

Otros tantos miles de millones se desperdician en obras inútiles, elefantes blancos o en proyectos manchados por la corrupción. En varias regiones mineras el nivel de avance de ejecución al cierre del año no llega ni al 60%, lo cual es un crimen pues es dinero de canon, sobrecanon y regalías que las empresas aportan.

Luego, las comunidades se vuelcan contra el gobierno central cuando son las autoridades regionales y locales que eligieron son las principales responsables de no trasladar esos presupuestos asignado hacia proyectos que signifique progreso o mejoras en los servicios públicos. Y es entonces que comienzan los descontentos y protestas interminables que a menudo desembocan en hechos de violencia, pues la ciudadanía –hay que decirlo– está harta de ese círculo vicioso de alcaldes y gobernadores que ni bien llegan a sus despachos se dedican a lucrar en beneficio propio, olvidándose de las promesas que hicieron durante sus campañas.

Ojalá cambie la historia con los mandatos que se inician en enero. Eso sí, con la experiencia adquirida, sería imperdonable que la Contraloría, el MEF y la PCM, no sigan de cerca los procesos regionales de manera vigilante y estricta. Si es necesario, asignando nuevos presupuestos a los equipos o dependencias que fiscalicen las nuevas gestiones municipales o regionales.

Ya es hora de que Perú dé un giro que lo lleve hacia el futuro y lo aleje de ese pasado de administraciones corruptas o incompetentes.

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