Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com
No hay duda, sin embargo, de que el diálogo requiere de transparencia y de confianza entre los partidos políticos, algo que sólo podrá ofrecerse si se aclara el entuerto en cuestión. En resumen, de poco o nada servirá sentarse en una mesa a dialogar cuando los partidos políticos y sus principales figuras aún no saben exactamente qué pasó en las casas de Surco.
Dicho esto, se plantea el primer problema para una eventual investigación: ¿quién investiga? En principio, siendo este un caso netamente político, uno esperaría una comisión investigadora del Congreso con amplias facultades y suficiente tiempo para cruzar pistas y realizar entrevistas. Parece un reto sencillo; empero, y como vemos, las ansias del oficialismo por entorpecer cualquier tipo de investigación (amordazando, por ejemplo, a los oficiales o haciendo infantiles cortinas de humo) y los apetitos de revancha de los partidos opositores dejan mucho que desear.
Nadie puede negar los vínculos de Óscar López Meneses con el fujimorismo, y pocos podrán hacerlo con el aprismo. Empero, es en este gobierno que acabaron los López Meneses, padre e hijo, con una vigilancia que necesitamos sea esclarecida.
Esta superficial lectura nos descubre un problema adicional de nuestra pobre partidocracia: están tan devaluados los partidos que no contamos ni con referentes para cuando se requiere de una figura con el peso necesario y el pasado respetable que asegure una investigación clara y equilibrada.
Es imperante que la clase política recupere la honorabilidad que alguna vez tuvo. Si no somos capaces de articular siquiera una comisión congresal irreprochable, difícilmente podremos hacer partícipes al resto de los peruanos de las reformas pendientes. Esta es una tarea que le compete a la partidocracia; sin embargo, sería un buen ejercicio para el mandatario si desea aclarar su postura al respecto.