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El buen Adolfo
En 1975 muere Francisco Franco y culmina así su dictadura de 36 años.
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Ariel Segal,Opina.21 arielsegal@hotmail.com
En 1975 muere Francisco Franco y culmina así su dictadura de 36 años. Entonces, Juan Carlos I se convierte en el jefe de estado de España, tras un acuerdo pactado, en 1969, entre el entonces joven príncipe y el viejo caudillo. Sin embargo, el rey sorprende a los españoles cuando, tras dos breves períodos de mantener como jefe de gobierno a personajes vinculados al franquismo duro, nombra, en junio de 1976, a un político casi desconocido, pero moderado: un tal Adolfo Suárez.
El hombre, que falleció el pasado 23 de marzo, llegó al poder siendo un perfecto desconocido y pronto demostró una gran habilidad para conciliar a enemigos históricos y conducir a España a una transición hacia la democracia. Suárez convenció a la derecha moderada a votar para autoliquidar a las cortes (el Parlamento), confrontando a los franquistas más extremistas e incomodando a las Fuerzas Armadas, para legalizar a los partidos políticos, incluso al comunista, y convocar a elecciones generales, en 1977.
El partido de centro derecha de Suárez ganó los comicios y convocó al Parlamento para discutir y aprobar una Constitución, que los españoles refrendaron en 1978. Suárez volvió a ganar las elecciones generales de 1979 y, superados los tres años más críticos de la transición, no logró hacer un buen gobierno. Entonces, reconociendo su debilidad política, renunció en enero de 1981 y se despidió de la Nación: "No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España", dijo.
Su país le debe mucho al hombre al que subestimó en su momento más difícil y muchos políticos pueden aprender de él, que para lograr grandes cambios históricos, más que aferrarse al poder, es vital arriesgarse a perderlo.
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