La bomba fétida

Ayer, por la mañana, el congresista Yehude Simon anunciaba en su cuenta de Twitter: “Próximas horas o días podría producirse una bomba política que remecerá país. Ojalá sea sólo un rumor. La bola crece y lo veremos”. No faltaron los rumores, chismes y conjeturas –de todo calibre– que prosiguieron en redes y pasillos.
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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

A ver, pongamos algunas en su sitio. Primero, si era efectivamente una bomba que remecería el país, ¿era una buena noticia para el congresista Simon? Por el tenor de su mensaje, pareciera que sí. ¿Es, por otro lado, el Twitter la mejor vía para informar a sus representados de un cataclismo político? Si era tan delicado, ¿no era mejor informarse antes de enviar el mensaje? ¿A esto hemos llegado? ¿A la cizaña por la vía de 140 caracteres? Si, efectivamente, viene una bomba política, pues el congresista Simon no está sentando las bases para que la misma sea contenida y domada por la sociedad peruana.

Lo segundo, lamentablemente, es sobre la bomba. Efectivamente, las redes, redacciones y pasillos se atragantan con especulaciones y sospechas de todo tipo. Y, valgan verdades, lo seguro es que pocos están preparados para lidiar con las consecuencias, de ser ciertas las mismas.

Será, presumo, una de las consecuencias de haber permitido que la polarización política e ideológica llegue hasta este punto. Lo cual nos lleva a preguntarnos si debemos esperar una bomba política para delinear un acuerdo que sobrepase las diferencias en cuestión.

Es increíble que en estos últimos 14 años no hayamos podido construir un espacio de análisis y reflexión sobre las brechas y necesidades que tenemos por delante como nación. La diatriba, los chismes y la politiquería barata han terminado ganando la agenda de nuestra clase política. Y las élites intelectuales y empresariales tampoco han servido para aquietar esas diferencias, o plantear soluciones constructivas.

¿Llegará la bomba? No lo sé. Lo que sí queda claro es que mientras la esperamos otra generación pierde la posibilidad de vivir en un país mejor.

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