César Rodolfo Valle Meza, alias ‘Chato César’, ‘Cesarín’ o ‘Chatín’, es el sospechoso de asesinar a tres barristas de Alianza Lima en la avenida Cuba (Jesús María), el último domingo.
César Rodolfo Valle Meza, alias ‘Chato César’, ‘Cesarín’ o ‘Chatín’, es el sospechoso de asesinar a tres barristas de Alianza Lima en la avenida Cuba (Jesús María), el último domingo.

El asesinato de tres personas perpetrado por delincuentes que se hacen pasar por hinchas del fútbol –entre los que ha cobrado nefasta notoriedad el así llamado ‘Asesino de la Av. Cuba’– expresa también la descomposición del Estado y la írrita situación a la que está llegando la seguridad ciudadana en manos de este gobierno.

Un gobierno que ha abandonado absolutamente la lucha contra el crimen, como lo demuestra la impunidad con que actuaron estos criminales, disparando a matar en plena vía pública, como se puede apreciar en los videos que se han difundido sobre estos luctuosos sucesos. ¿Dónde estaba la Policía? Es la pregunta que resuena cada vez que volvemos a poner ese video.

No es la primera vez que crimen y fútbol se cruzan en nuestro país, tal como ocurre en otras latitudes donde la afición futbolera es dominada por las ‘barras bravas’. Un mal que contamina el fútbol moderno y contra el que muchos países han diseñado estrategias y una serie de normas para desterrar la violencia en los estadios, pero también para controlar aquella que de las graderías se traslada a las calles.

Algunas de estas normas se han aplicado también en el Perú. Unas veces han logrado impedir tragedias mayores y otras no, pero lo cierto es que en los últimos tiempos se ha aflojado con el control de esas hordas violentistas. La razón no parece ser difícil de adivinar, pues se trata finalmente de un descontrol de la delincuencia que afecta a la sociedad en su conjunto.

Se cambian ministros del Interior y jefes de la PNP como quien cambia de sombrero y a estos se les encomienda sobre todo tapar los escándalos presidenciales de corrupción, en lugar de planificar estrategias de inteligencia para darles más seguridad a las calles en el país. Con el agravante de que, si no lo hacen, son defenestrados de inmediato. Ese altísimo nivel de rotación no facilita tarea policial alguna.

Y si fueron tres muertos el día de la balacera, ahora llegan ya a cinco los occisos por la violencia futbolera que se ha desatado esta semana, sin que siquiera se haya capturado al asesino o los asesinos. Nadie en el Ejecutivo le da bola a esa violencia. Hasta ese extremo llega la falta de liderazgo y legitimidad de nuestras máximas autoridades. Gracias, señor Castillo.