Capacidad de asombro
Capacidad de asombro

No pierdo mi capacidad de asombro ante la gente que no pierde su capacidad de asombro ante tanto cinismo, radicalismo religioso e ideológico, corrupción, odio y tantas otras conductas muy humanas que explotan poderes y antipoderes en el mundo en todos los tiempos.

Después de siglos de masacres y genocidios en nombre de imperios, monarquías, religiones y nacionalismo, ¿por qué ha de sorprendernos que personajes psicópatas como los delirantes Trump, Chávez (Maduro es una marioneta de los Castro), Gurbanguly Berdimuhamedow de Turkmenistán, Kim Jon-Il de Corea de Norte y otros más sofisticados pero no menos peligrosos como Xi Jinping de China, Putin, Erdogan de Turquía y Viktor Orbán de Hungría tengan importante apoyo popular?

¿Por qué sorprendernos de que el régimen totalitario chino haya permitido que por más de dos semanas se mantuviera el libre tránsito en los aeropuertos de Wuhan, ya afectado por el COVID-19, sin avisar al mundo de la pandemia, hasta que el turismo del Año Nuevo chino diese réditos económicos, si el comunismo chino de hoy es capitalista en economía y fascista en control de libertades? ¿Por qué sorprendernos de cada tontería que hace Trump si sabemos desde las primarias republicanas de 2016 que está mental y emocionalmente incapacitado para un puesto de poder? ¿Por qué sorprenderse del placer de la destrucción desde el poder, como el practicado por regímenes de Venezuela y Zimbabue, y por turbas vandálicas que deslegitiman las causas justas de varias protestas como las que se mezclaron con los chalecos amarillos franceses, los manifestantes de Chile o los grupos antirracistas de EE.UU.?

Hemos hecho varios avances como humanidad pero el poder y la anarquía siguen siendo fuerzas motrices aún muy vigentes.

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