Aprobación con tareas

“El Gobierno debe tomar esta circunstancia, entonces, no como una victoria que se sabe pasajera (...). El equipo del presidente Vizcarra debe ponerse las pilas”.
La gestión de Vizcarra como gobernador de Moquegua es investigada por la Fiscalía. (GEC)

Como es costumbre, a cada respingo presidencial en las encuestas, le sigue la correspondiente agitación de la opinología criolla y, sobre todo, el nerviosismo en la fuerza opositora del Poder Legislativo, que en estos casos suele dar una suerte de paso atrás, pero únicamente con la intención de reagruparse y volcarse de nuevo a la ofensiva una vez que llegue el siguiente reporte.

El Congreso hace tiempo que registra mínimos históricos de aprobación, así que la desprestigiada mayoría que lo maneja no tiene prácticamente nada que perder, excepto salvar de la cárcel a sus líderes, por lo que el jefe de Estado debe tenerla clara: ni el mal echará una siesta ni las tareas pendientes del país terminarán resolviéndose solas, por unos puntitos extras en el último sondeo de opinión.

El Gobierno debe tomar esta circunstancia, entonces, no como una victoria que se sabe pasajera, sino como lo que realmente es, una medición –en su conjunto– de lo avanzado hasta ahora en favor del país. Es demasiado pronto para preocuparse por la popularidad del gabinete, pero lo que sí es relevante es la expectativa, la exigencia, que la ciudadanía tiene sobre problemas medulares, como la seguridad ciudadana, el impulso a la inversión, la generación de puestos de trabajo y el manejo de la economía y los conflictos sociales.

Rubros, todos ellos, en los que el equipo del presidente Martín Vizcarra debe ponerse las pilas y emitir señales claras de avance para que las fuerzas vivas de la nación se pongan en marcha. Ese es el liderazgo que el país reclama, sin menoscabo, por supuesto, de aquellas áreas en las que el Gobierno tiene su confianza y respaldo: la lucha contra la corrupción y la defensa de la salud pública, en el caso concreto del sondeo de Datum, entendida como la respuesta del Estado ante los índices nacionales de anemia.

El conflicto de Las Bambas, que espera todavía una solución definitiva, así como la más que aparente inmovilidad de la economía, parecen sintetizar, sin embargo, el fondo, no tan residual, de un descontento ciudadano que ya no se puede aplacar solo con efímeros gestos políticos.

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