(Foto: Giancarlo Ávila / @photo.gec)
(Foto: Giancarlo Ávila / @photo.gec)

El gran filósofo liberal español Antonio Escohotado dijo: El mundo progresa cuando los políticos duermen. Lamentablemente, aquella frase ha sido reafirmada durante una semana en el Perú; con políticos cuya ambición produjo la peor crisis institucional del siglo XXI que el país ha tenido, y grupos que buscaban el caos para impulsar sus propias agendas. Sin embargo, la cordura primó y el Congreso eligió a Francisco Sagasti, quien cuenta con las credenciales éticas y académicas adecuadas para ser presidente interino de la República.

Las protestas han sido contundentes, pero, sobre todo, ejemplares. Porque mientras que muchos temían que estas desencadenen en una violencia como la de Chile, la juventud demostró que las protestas pacíficas sí logran cambios. Por ello, los grandes perdedores fueron quienes buscaron aprovecharse de la indignación y la tragedia para proponer cambiar la Constitución y demás cambios que, de proponerse en un ambiente más tranquilo, la población no lo aprobaría. Y aquello demuestra la madurez de la juventud que exige reformas, pero reformas que alejen al país del abismo, no que lo arrojen hacia él.

Sin embargo, el Perú está de luto y eso no cambiará. Por ello, la memoria de los jóvenes que murieron durante las protestas tiene que servir de lección para nunca tolerar el abuso del poder estatal. Porque, hace unos meses, había quienes aplaudían a policías y militares que agredían a quienes no respetaban la cuarentena, e incluso jóvenes murieron en una discoteca y un señor recibió un disparo por jugar futbol. Aquello no puede volver a suceder, porque cuando se avala un abuso de autoridad, se avala que a cualquiera se le pueda agredir.

La institucionalidad se ha fortalecido y aquello debe ser resaltado; por ello hay que cuidarla y votar bien en abril.

TAGS RELACIONADOS