Por: Andrea Salazar
El amor propio y la autoaceptación son temas fundamentales que afectan la vida diaria de millones de mujeres en todo el mundo. En el Perú, esta realidad es particularmente compleja. Factores profundamente arraigados en nuestra sociedad, como la pobreza, el machismo y la presión constante de los medios de comunicación y las redes sociales, agudizan los desafíos que enfrentan las mujeres jóvenes en su relación consigo mismas.
El último estudio “La autopercepción femenina peruana más allá del espejo”, realizado por Ipsos Perú, nos muestra un panorama preocupante: tres de cada cinco mujeres en el Perú experimentan emociones negativas al mirarse en el espejo. Esta insatisfacción constante con su apariencia física tiene un impacto profundo en su autoestima y, muchas veces, refuerza un ciclo de autocrítica y baja autovaloración.
Especialmente preocupante es la situación de las jóvenes en los sectores más vulnerables. Más del 50% de ellas cree que su valor como personas está ligado a su apariencia física, un indicador claro de cómo la desigualdad social y la falta de oportunidades refuerzan esta percepción. Estas jóvenes crecen en un entorno donde los estándares de belleza inalcanzables, que se ven tanto en los medios como en las redes sociales, las impactan constantemente y las dejan atrapadas en un ciclo de autoanulación y pérdida de confianza.
Las redes sociales, que deberían ser espacios de conexión e inspiración, a menudo se convierten en fuentes de presión. El estudio muestra que casi un tercio de las mujeres en el sur y norte del país admiten compararse con los estándares de belleza que estas plataformas promueven. La presión para cumplir con una “apariencia ideal” afecta especialmente a las más jóvenes, quienes sienten que no cumplen con estas expectativas. Casi un 20% de las mujeres encuestadas afirman que las redes sociales les generan un sentimiento constante de insatisfacción.
Frente a esta realidad, como sociedad debemos cuestionarnos: ¿cómo podemos abrazar la diversidad y enseñar a las jóvenes a valorar sus logros y capacidades más allá de lo físico? Fomentar una cultura que reconozca los éxitos personales y profesionales es esencial para que las mujeres construyan una autoestima sólida y un sentido de valor que trascienda la apariencia. La autoimagen no debería ser un obstáculo para el desarrollo personal, sino una herramienta de empoderamiento. Cuando las mujeres nos sentimos seguras de nuestro valor intrínseco, somos capaces de alcanzar metas significativas tanto en lo personal como en lo profesional.
Es importante recordar que la verdadera belleza radica en la autenticidad y el bienestar emocional. Aún hay mucho por hacer. El llamado es claro: promovamos una cultura de autoaceptación y empoderamiento, en la cual la belleza no sea un reflejo distorsionado, sino una expresión auténtica de quiénes somos.
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