(GEC)
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En estos días hemos escuchado declaraciones desbordantes de alegría de varios ministros de Estado, incluido el de Economía y Finanzas, Alex Contreras, respecto de que este 2024 será un año auspicioso en materia económica. Se han desgañitado y ratificado en afirmar que el Perú crecerá a un ritmo de 3%, una vez más en contraste con otras voces válidas como la calificadora de riesgo FITCH RATINGS (1.9%) y entidades como el IPE (1.9%), Thorne & Associates (1.7%) y Macroconsult (2%), según un artículo del diario Gestion de Javier Ártica de ayer miércoles. No hay, pues, vocación de escucha del Gobierno, que persiste en ignorar la opinión técnica de aquellos que durante 2023, al actualizar paulatinamente sus estimaciones de PBI para el Perú, advertían que había caído en recesión, lo cual fue negado en todos los idiomas. Tan optimistas se muestran los ministros que hasta señalan que su “galopante crecimiento” de 3% estimado, se debería a que han recuperado la confianza, lo cual esta columnista dificulta que esté sucediendo, toda vez que no se han evidenciado cambios sustanciales en el manejo económico–financiero del país. Sobre todo en macroeconomía, al registrarse una contracción para el olvido. Aunque no haya anuncio oficial aún, expertos estiman una caída del PBI de 0.6%, si no es más, en 2023.

Tampoco se han operado cambios en la alta dirección en el MEF, sector ministerial que ejecuta la política económica del país. Los actuales funcionarios, y en esto existe consenso, no dieron la talla en sus cargos. Hay fragilidad y se percibe en lo institucional y en lo sociopolítico en nuestro país. No existe del todo estabilidad aún siquiera en materia legislativa, porque ya vemos cómo, en cualquier momento, se promueven normas que contravienen políticas públicas o cuya puesta en marcha tienen impacto presupuestal para el Estado.

Todo este escenario no le permite predictibilidad a los inversionistas nacionales y extranjeros. Diéramos la impresión de que en el Perú cualquier cosa puede pasar.

En el tema del PBI, también se ha pronunciado el Banco Mundial, que proyecta para el Perú un crecimiento de 2.5%. Hay coincidencia en que no serán halagüeñas las cifras de nuestra economía en el año en curso y que el riesgo de déficit fiscal se mantiene latente.

No habrá más empleo formal, no se sacarán peruanos de la pobreza con ese magro crecimiento.

¿Y qué fue del impacto del programa de reactivación económica Con Punche Perú y el gasto por inversión en obras de prevención ante El Niño costero? ¿No debiera eso dar su fruto o verse reflejado en este 2024?

Así que nada hay que celebrar con esas cifras del PBI.

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