Han transcurrido 280 días desde que Vladimir Cerrón decidió pasar, de la política a la condición de prófugo de la justicia luego de que se dispusiera su captura por un caso de corrupción ligado al proyecto del así llamado aeródromo Wanka.

La facilidad con que se mueve de un lugar a otro, veranea en balnearios de lujo, la frecuencia con que escribe y graba sus reuniones bailables en redes sociales constituyen una burla flagrante al sistema de justicia peruano. Para mayor vergüenza, se supo además que en las oficinas de Migraciones en Huancayo le habían extendido un pasaporte sin mediar mayores trámites.

Un fracaso que deja en ridículo a la policía… o, si lo vemos desde otro punto de vista, simplemente pone en evidencia que el actual ministro del Interior tiene poco o nulo interés en atraparlo, obsesivo como anda con desactivar a la Diviac y debilitar a la institución, entre otras tareas inútiles.

Hay quienes piensan incluso que la PNP tiene tan infiltrados sus aparatos de inteligencia que, de montarse cualquier operativo para cercarlo, el primero en enterarse será el dueño de Perú Libre. Así anda, pues, la credibilidad de este Gobierno: las encuestas lo registran mes a mes, pero la conducta de ministros como Juan José Santiváñez se encarga de darle la razón a las cifras con hechos.

En cualquiera de las hipótesis sobre el fracaso en esta búsqueda a marchas forzadas, la consecuencia es doblemente mala. Primero, para la PNP, porque, teniendo buenos agentes, las iniciativas para dar con su paradero caen en saco roto. Y segundo, para el país, porque transmite una desalentadora sensación de impunidad tras la que asoman los poderes fácticos que sostienen a este Gobierno.

Como explicó el exjefe de la PNP Eduardo Pérez Rocha a Perú21TV, debería ponerse, por ejemplo, un plazo de 60 días para su detención y, de no lograrlo, que los responsables renuncien a sus cargos, entre ellos, el titular del sector.

Porque lo cierto es que una inoperancia policial tan manifiesta se produce en momentos en que el ascenso de la violencia y el crimen organizado en el campo y las ciudades requiere que la ciudadanía confíe más que nunca en sus fuerzas de seguridad. ¿Cómo es posible que, 280 días después, sigan sin dar con un personaje público tan notorio?

Imposible no pensar que Vladimir Cerrón es protegido por una mano –con o sin Rolex– que se mueve desde los más oscuros entresijos del poder.