Mientras estaba atracado más de una hora rumbo a Chosica no dejaba de pensar en la monumental estafa que nos ha significado la Interoceánica Sur, un monumental elefante blanco donde ahora con las justas circulan los monos, que los señores Toledo y PPK sacaron sin el SNIP (¿algún día darán explicaciones por eso?) y que se triplicó en precio (de US$800 millones a más de US$2.000 millones) mientras que aquí no tenemos bien algo muchísimo más urgente que es una Carretera Central decente, que una al centro más poblado y rico del país con su "hinterland" andino y selvático. ¿Estúpido, no?
Y fue una estafa perfecta. Los "interesados" (políticos peruanos y constructores brasileños locos por esos millones) les vendieron, a través de las coimeras y politizadas radios locales, a los puneños, arequipeños y cusqueños que la Interoceánica Sur les iba a hacer ricos porque les iba a abrir Brasil para comerciar productos y traer miles de turistas (lo que no les dijeron es que les iban a conectar con el poto de Brasil, con sitios mucho más despoblados, pobres y lejanos de los puntos de riqueza de allá), además de darle la contra a esos malvados centralistas limeños y esos crueles economistas derechistas que siempre se oponen a su progreso.
Y así los "interesados" manipularon a estas masas para que presionen (algaradas, encuestas, amenazas) eficazmente al gobierno a favor de sus bolsillos, con la ayuda también de la demagogia de izquierda.
Como ahora, con una nueva obra absurda y carísima como el Gasoducto Sur, que también les han hecho creer a los ilusionados sureños que les va a cambiar la vida y que finalmente solo va a servir para venderle energía a Chile y para que se forren los constructores y vivos de siempre. ¡Mamá, yo también quiero mi mansión!