Aldo Mariátegui: Bastante marcianos

Nuestra política es bastante rara, desde hace décadas, en cuanto a presidentes y temas familiares. La pareja Toledo/Karp juntó a un vicioso mitómano con una bruja de cuento en una SAC. García admitiendo a un hijo extramatrimonial frente a su silente esposa. Y esos Humala, donde cada espécimen es más excéntrico que el otro: un padre que es un Hitler andino de salón, una madre fusiladora de gays, un Antauro probablemente psicopático y un Ollanta que para Esther Vilar sería el modelo perfecto para su libro El varón domado. Y Nadine, que deja enana a Lady Macbeth en ambiciones políticas y arribismos sociales (su frívola portada en Cosas fue el comienzo de su perdición). Pero los Fujimori no les van muy a la saga en cuanto a especiales. Eran una típica familia clasemediera que se trastocó completamente con el poder. Un Alberto bastante marciano en su forma de ser. Esos dolorosos incidentes con la señora Higuchi. Un pequeño Kenji que nos estremeció con una filmación en la que simulaba actos zoofílicos… Luego pareció formarse una ordenada dinastía –a lo Bhutto, Gandhi o Kennedy–, con Keiko relevando al padre detenido. Y ahora un remozado Kenji termina siendo el Marco Arana del partido naranja, apoyado por su padre. Siendo el padre la piedra base del fujimorismo… ¿podría Keiko expulsarle del partido sin desaparecer a este, como Marine Le Pen con su progenitor? ¿Podrá el albertismo quitarle el aparato partidario a Keiko de salir libre Alberto? Cosas que quedan en claro: 1) Alberto definitivamente prefiere ahora a Kenji como heredero. 2) Alberto está contradiciendo a Keiko para ganar puntos con el gobierno y lograr su libertad, a cambio de domar a su hija. 3) La vieja y apartada guardia fujimorista quiere tomarse la revancha de la mano de Kenji.