notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ni en Barrantes en sus mejores momentos detecté ese ambicioso protagonismo mandón que se ha revelado tan ostensiblemente en Verónika Mendoza, esa chibola suertuda que llegó allí básicamente porque la salida de Guzmán le abrió el electoralmente desabastecido sur (que buscaba a su candidato antilimeño y antisistema), mientras que la prisión le impidió a Goyo Santos muy probablemente superarla en el "trapecio andino" (Apurímac, Huancavelica y Ayacucho) y en Puno, donde votan más al macho "rojo telúrico" que al femenino "rojo poético". Sin cuadros propios ni preparación personal, Mendoza solo se habría impuesto en su feudo Cusco y tal vez en Tacna y Moquegua, las dos regiones más "marcianas" (me es un misterio por qué votan rojo. ¿Por la migración aymara?).

Y no solo Mendoza carece de la discreción de Barrantes, sino también de su elegante cortesía: según reveló Keiko a P-21, la francocusqueña nunca le devolvió su llamada de felicitaciones. ¡Lo cortés no quita lo valiente! Tampoco tiene la entereza de "Frejolito", que no andaba diciéndole "mafia" y "lobbistas" a cada rato a sus adversarios para luego hacerse la víctima llorona si le contestaban igual. ¡Jamás le escuché a Barrantes gimotear "guerra sucia" como Mendoza, Francke o Glave! No, esta calichina envanecida se ubica a años luz de Barrantes.

La izquierda va a tener un serio problema con las evidentes pretensiones caudillescas de Mendoza, cuyo ego también se ha exacerbado por culpa de los medios, que le paran demasiada bola. ¡Hasta la presentan como la que va a decidir la segunda vuelta o levantan sus amenazas y dicterios infantiles como si se tratase de dichos sensatos! A la izquierda le ha salido una mezcla de Nadine con Villarán (para regocijo mío).