Me alegra que Verónika Mendoza, Marisa Glave y todos esos flamantes ppcuyes rojos marchasen ayer en contra de la dictadura, la corrupción, el narcoestado, el abuso, la prepotencia, la violencia estatal, la asfixia de las libertades públicas, la persecución a los opositores… Contra un país donde mentir, robar y matar se vuelva normal. ¡Me alegra que hayan marchado contra Venezuela!
- ¿PPK hubiera apoyado a Mendoza contra Keiko en una segunda vuelta?
- Esta absurdamente larga campaña ha sacado lo peor de todos: descalifican excesivamente a un candidato solo por ser muy desordenado con su "vientre de alquiler" y a otro por entregar dádivas veniales. Expulsan a patadas a una candidata durante sus mítines en Cusco y Tacna (y esta matonería de bestias pasó como normal porque la protagonizó la izquierda). Otros sueltan un audio adulterado por TV para desmentir una ligera versión adversa, en una especie de "House of Cards" torpe y bastante cutre (y mis aplausos al Canal 5 por disculparse y cortar por lo sano al toque). La política llega a un nivel de insultos increíble; hasta la otrora apacible Mechita Aráoz parece clamar por una sobredosis de Xanax. La agresividad se intensifica aún más en las redes sociales, ya tan saturadas de cobardes gamberros. Mismo Mussolini y su legitimidad desde la calle, unos histéricos convocan marchas contra la candidata que no les gusta, donde la llaman "rata" y denigran con carteles incendiarios. Aparece por la TV un extraño sujeto que sostiene el gravísimo aserto de que una candidata ha entregado US$15 millones a un muy poco recomendable correligionario para "lavarlos", todo esto transmitido sin pruebas efectivas como respaldo (y sin las elementales disculpas posteriores). The horror, the horror…