Comandos Chavín de Huántar realizaron desfile en las inmediaciones del Pentagonito. (Foto: @photo.gec/Lenin Tadeo)
Comandos Chavín de Huántar realizaron desfile en las inmediaciones del Pentagonito. (Foto: @photo.gec/Lenin Tadeo)

El Gobierno mandó excluir del desfile militar, realizado ayer a puerta cerrada dentro del Pentagonito, a los valerosos agentes del GEIN y a los comandos Chavín de Huántar. No obstante, estos últimos se las arreglaron para protestar y marchar –al son del aplauso de emocionados ciudadanos– en un parque cercano adonde se realizaba el evento “privado”, pues el EP había dispuesto que, bajo ese distinguido membrete, marchara un destacamento con personal que poco o nada tuvo que ver con el exitoso rescate en la residencia del embajador de Japón.

Una falta de respeto inadmisible por parte del Gobierno, que solo se puede entender por los estrechos vínculos que mantiene el gremio presidencial, la Fenatep, con los ‘organismos autogenerados’ afines al Movadef-Sendero Luminoso. Perú21 ya advirtió cómo es que esta siniestra organización ha logrado imponer su agenda, por ejemplo, en el Ministerio de Trabajo. Una agenda cuyos objetivos son minar las bases del Estado de derecho y hostigar a la empresa privada a través de leyes y reglamentos laborales imposibles de cumplir.

Bajo esa lógica, difícil entonces que estos condecorados oficiales –que cumplieron un papel decisivo en la lucha contra el terrorismo que asoló el país en las décadas finales del siglo XX– gocen de simpatías en los círculos palaciegos. Y menos aún entre las autoridades nacionales designadas a lo largo de este año por Pedro Castillo, muchas de ellas reclutadas de las filas del antiguo Conare senderista, si es que no de la propia Fenatep.

Lo que el GEIN y el comando Chavín de Huántar representan es precisamente la némesis de las ideologías y grupúsculos políticos que llevaron al poder a Pedro Castillo, y que hoy se han convertido, si no en el único, en su principal soporte en cuanto a activismo callejero –léase portátiles– como en sus planes de infiltrar los estamentos del Estado y desprestigiar a la democracia peruana.

Ese desdén por el trabajo de las fuerzas de seguridad –transparente cada vez que el Gobierno amenaza con la creación de milicias paralelas tipo rondas urbanas o “brigadas contra el crimen”– es lo único que cabe elucubrar como explicación de tamaño agravio contra estos héroes legítimos de la patria.

Una vergüenza de la que, ojo, tampoco escapan los actuales mandos de las Fuerzas Armadas, que marcialmente se prestaron a tan deslucida maniobra presidencial.