Congreso decidió el adelanto de elecciones en el Perú. (Foto: Congreso)
Congreso decidió el adelanto de elecciones en el Perú. (Foto: Congreso)

Se aproximan las fiestas de Navidad y de fin de año que particularmente son momentos de encuentro familiar y donde, como dice el evangelio, el mensaje es de “paz a los hombres de buena voluntad”.

Por eso es importante apelar a esta invocación, ahora que en el país se ha desencadenado la conflictividad social –con lamentables pérdidas de vidas y un centenar de heridos entre civiles y policías–, para que nos demos una tregua por Navidad.

Tiene que ser la racionalidad la  que prime más allá de las diferencias y las ambiciones políticas, porque finalmente, más que un conflicto social estamos viviendo un conflicto político con claros intereses mezquinos de poder desde ambos extremos que buscan hacer arder la pradera.

Toda esta introducción es en referencia a lo que viene aconteciendo en el Congreso, donde se aprobó el proyecto de reforma constitucional para el adelanto de elecciones, pero para abril de 2024, todo con el objetivo de alargar su agonía.

No quieren dejar sus curules, esa es la cruda realidad, y se aferran con uñas y dientes buscando cualquier pretexto como artilugio para prolongar su agonía. Nunca entendieron las demandas de la calle y menos les importa la sangre de los fallecidos en estas protestas.

Por eso, queda claro el alto nivel de desaprobación que tiene el Parlamento y que haya sido su cierre una de las principales demandas en las movilizaciones sociales a nivel nacional.

Con todo este escenario, las elecciones serán en abril del año 2024 y se tendrá un nuevo Congreso y un nuevo Gobierno central recién en julio de ese año. Con ello se están saliendo con la suya los congresistas, por tanto, tienen que asumir la responsabilidad de las siguientes manifestaciones que va a provocar este despropósito.

Una vez más la clase política está de espaldas a la realidad –ni en Navidad se salva– y demuestran solo sus miserias y desprecio por los problemas que vive el país. Ya sabemos ahora quiénes son los mayores responsables.