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Una acertada decisión

El incremento salarial –realizado recientemente dentro del marco de la Ley Servir– ha incitado a ciertos sectores a exigir, como suerte de contraparte, un aumento del salario mínimo. Esto, en nuestra opinión, sería un error, y por distintos motivos.

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Fecha Actualización
Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

El primero es que los salarios del sector privado no dependen del presupuesto nacional –como es el caso de los antes mencionados– sino de la competitividad y productividad de los sectores productivos. En el caso específico peruano, nuestro marco ya se encuentra en un margen peligroso, y tenemos dos muestras innegables de ello: en primer lugar, la altísima tasa de informalidad laboral; en segundo lugar, el comparativo de sobrecostos laborales frente a nuestros pares regionales.

Como sabemos, cerca del 75% de la población económicamente activa (PEA) se encuentra en el ámbito informal. ¿Cuáles serían las razones por las cuales 3 de 4 peruanos trabajan en la informalidad? La respuesta más obvia es que no calzan lo que están dispuestos a pagar, en bruto, los empleadores formales frente a lo que ganarían, en neto, los trabajadores. Siendo el factor cercano al 1.6, lo más lógico es que un trabajador opte por el máximo salario posible, esté o no en el sector formal. Añádanle a ello las regulaciones laborales, y lo que queda es un vuelco natural al sector informal. Siendo ello así, un tema de costos y regulaciones, pretender que el salario mínimo se puede manejar a partir de órdenes gubernamentales sería una necedad.

Las empresas, dicho sea de paso, tienen opciones; incrementar sus inversiones en tecnología, por ejemplo. En EE.UU. las ventas de Baxter, un robot de bajo costo producido por Rethink Robotics (alrededor de US$22,000), está reestructurando las áreas de empaque de las empresas, y sin duda será la tendencia global en poco tiempo.

Por otro lado, los incrementos en los salarios mínimos impactan negativamente en las poblaciones menos dotadas. En otras palabras, discrimina a los más necesitados, aquellos que están en la franja del salario mínimo. Hace bien, por ello, el gobierno en desestimar la idea.

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