'Abuso de autoridad' por Cecilia Valenzuela. (Foto: Presidencia de la República / Andina)
'Abuso de autoridad' por Cecilia Valenzuela. (Foto: Presidencia de la República / Andina)

Ayer, el Colegio Médico inició un proceso ético indagatorio contra el doctor Germán Málaga, jefe del programa de ensayos clínicos del laboratorio Sinopharm y catedrático e investigador de la universidad Cayetano Heredia. Así mismo, la comisión de Fiscalización y Contraloría del Congreso lo citó, para el 15 de este mes, con el fin de que informe sobre las vacunas inoculadas en octubre del año pasado al entonces presidente y su esposa Maribel Díaz.

Estoy segura, que más temprano que tarde, la misma Comisión, si no la Fiscalía de la Nación, citará también a Pedro Pablo Angulo, secretario general de Palacio de Gobierno en el momento en el que Vizcarra se vacunó contra el COVID-19 guarecido en la investidura que ostentaba.

Pronto, un médico reputado y un exfuncionario de rango medio verán sus vidas comprometidas y sus carreras sacrificadas por haber obedecido órdenes de la máxima autoridad, un político abusivo y caradura que, es evidente, burló la confianza que la ciudadanía le había otorgado.

Dice el refrán que solo los inteligentes aprenden en cabeza ajena. Antes de acceder a servir de intermediario y anotar en el registro de ingresos a Palacio, como visitas propias, al médico y la enfermera que iban a vacunar al Presidente y a su esposa sin que nadie –ni la ministra de Salud– lo supiera, Angulo debió pensar en la suerte que había corrido su predecesora, Miriam Morales, cuando obedeciendo a Vizcarra también asumió como propias las visitas de Richard Swing.

El caso del doctor Málaga, sin embargo, fue diferente. En el momento que aceptó vulnerar los protocolos de prueba de Sinopharm y usar cuatro dosis de una vacuna que formaba parte de un programa de ensayos clínicos, el investigador había tomado la responsabilidad de asociar a su equipo médico y a la prestigiosa universidad que representa con un laboratorio internacional que trabajaba para contener la pandemia.

La disposición que provenía de la máxima autoridad del país, lo puso entre la espada y la pared.

Será muy interesante cuando el doctor Málaga revele los argumentos que Vizcarra y el entonces canciller, Mario López Chávarri, usaron cuando le indicaron que vacune, caleta, al mandatario y a su esposa, asegurándose de no inocularles placebo.

En la doctrina jurídico-civil existe el concepto del temor reverencial; como en el Código Penal existe el de abuso de autoridad. Ordenar que se interrumpa un ensayo clínico destinado a completar las fases de prueba de una vacuna en medio de una pandemia ¿no es abuso de autoridad?

Al Ministerio Público le corresponde determinar si se cometió una falta o un delito. Por el momento, la mañosería del político cazurro que ahora postula al Congreso por el partido Somos Perú alcanza para que los ciudadanos evalúen una sanción moral y electoral.

Vizcarra sabía que actuaba mal, con ventaja y abusando de su condición de privilegio, por eso ordenó que el médico y la enfermera entraran a Palacio de Gobierno, mintiendo, registrándose como visitas de un funcionario menor. Con tal de protegerse no tuvo reparos en involucrar a más de un profesional en graves irregularidades.

Desde Moquegua –donde hace campaña política a pesar de que se postula como candidato al Congreso por Lima–, el exmandatario vacunado ha dicho que él fue un valiente voluntario más. Pero eso no es cierto, Vizcarra no fue voluntario; abusando de su poder, impuso su voluntad.


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