A tomárselo en serio

Rolando Ruiz (AP), presidente de la comisión a cargo de la selección del TC, debe de haber visto con beneplácito la respuesta que generó el llamado de su comisión. Pese al plazo breve otorgado para comentar el anteproyecto de reglamento –4 días calendario–, se han presentado cerca de 20 documentos con propuestas concretas de mejora. Un momento de importancia singular y que aconseja tomárselo en serio. Si el reglamento nace torcido, difícilmente el concurso podrá enderezarse sobre la marcha y producir los resultados que la ciudadanía espera: un TC competente, independiente y honesto.

La alta participación es una oportunidad para legitimar el trabajo de la comisión ante la sociedad. Se debe procesar y discutir adecuadamente los aportes alcanzados. Sería un error desairar la valiosa contribución. Es también señal de que el procedimiento se sigue con atención. No podía ser de otra forma. Está en juego la renovación casi total de uno de los órganos más importantes del sistema de justicia. Aquel al que le cabe el rol último de defensa de la Constitución. Y aquel que generara protestas masivas en su defensa cuando se intentó “la repartija”.

Entre las propuestas hay notas comunes: incluir indicadores cualitativos y no solo cuantitativos, dar pautas objetivas para calificar la entrevista, considerar la falta de idoneidad ética como causal permanente de eliminación, etc. Por su parte, Defensoría, Contraloría y Servir han alcanzado recomendaciones operativas útiles que provienen de su experiencia en estos concursos.

La participación ciudadana es un derecho reconocido en nuestra Constitución y tratados. No es una fórmula vacía para generar apariencias. Como Michelle Bachelet, alta comisionada ONU para los Derechos Humanos, ha recordado recientemente: “Debe tener un impacto real en las decisiones”.