Estados Unidos vive un proceso electoral decisivo en 2024, donde los ciudadanos están acudiendo a las urnas para elegir al próximo presidente, así como a senadores, representantes y otros cargos locales.
En una elección marcada por la polarización y una alta participación anticipada, los candidatos de los principales partidos –la candidata demócrata Kamala Harris y el exmandatario republicano Donald Trump– se enfrentan en una reñida competencia.
Desde el inicio de la votación anticipada en varios estados, millones de ciudadanos han ejercido ya su derecho. Este tipo de votación, que se realiza tanto de manera presencial como por correo, ha ganado popularidad en los últimos años.
Según analistas, la participación anticipada de este año podría superar las cifras de las elecciones de 2020, reflejando el alto interés en estos comicios.
En medio de un clima de desconfianza sobre la integridad del proceso electoral, las autoridades locales y federales han reforzado las medidas de seguridad en los centros de votación y en el conteo de votos. Se ha puesto énfasis en la transparencia, con observadores de ambos partidos y sistemas de monitoreo.
En una nación cada vez más dividida, las elecciones de 2024 definirán no solo quién ocupará la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, sino también la dirección de las políticas nacionales en áreas tan relevantes como economía, migración y relaciones exteriores.
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