Mapa de China y Taiwán
Mapa de China y Taiwán

La coyuntura internacional de esta semana estuvo marcada por el fugaz viaje que realizó la presidenta de la Cámara de Representantes de , Nancy Pelosi, a , un territorio que reclama como suyo. Las reacciones del gigante asiático no se han hecho esperar y han desencadenado una serie de airadas respuestas y maniobras militares. ¿De dónde parte este conflicto? Conozca cinco puntos claves para entender esta escalada.

EL STATU QUO DE TAIWÁN

Taiwán es una isla de unos 36,000 kilómetros, ubicada a 200 km al sureste de las costas de China continental (separadas por el estrecho de Taiwán) y el sur de Japón. Se trata de un territorio autogobernado y con un estatus especial frente a la comunidad internacional. Oficialmente, es conocida como República de China, con una democracia consolidada y una economía de mercado importante para el resto del globo; sin embargo, mantiene un conflicto con la República Popular China, con capital en Pekín, que reclama la soberanía total sobre la isla. La considera una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaran allí en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas de Mao Zedong.

Desde entonces, las intenciones de Pekín de unir a Taiwán no han cesado. Las posiciones de los demás países frente a uno y otro territorio también han subido o bajado las tensiones a lo largo de estas décadas. Taiwán mantiene relaciones diplomáticas con 12 países, mientras que Pekín lo hace con 178. Sin embargo, países como Estados Unidos o España siempre han mantenido contactos “no oficiales” con la isla. De hecho, el país norteamericano sería su mayor aliado en caso de un conflicto bélico.

AMENAZAS PREVIAS

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anunció semanas atrás un viaje oficial a Asia y de inmediato se encendieron las alarmas sobre una posible parada en Taiwán. Se trata de una funcionaria de alto rango, la segunda en sucesión en caso de una ausencia del presidente Biden tras la vicepresidenta Kamala Harris, por lo que -hasta ese entonces- un posible viaje a la isla generaba más que preocupación. Desde la Casa Blanca, el mismo presidente indicó que era una mala idea. Incluso, mencionó que los mandos militares estadounidenses se oponían tajantemente por miedo a aumentar las tensiones con China.

Y desde Pekín no dudaron en lanzar una amenaza temprana. Durante las semanas previas indicaron que se oponían firmemente a la visita y no dudarían en adoptar “medidas contundentes”. “Jugar con fuego hará que tú mismo salgas ardiendo”, avisó el gobierno del país asiático.

EL VIAJE DE PELOSI

Por más que era previsible, la llegada de Pelosi a Taiwán no dejó de ser una sorpresa. La tarde del miércoles, el vuelo de la legisladora aterrizó en el aeropuerto internacional de Taipei procedente de Malasia. En total, en la isla estuvo por 12 intensas horas, tiempo en el que se reunió con la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, para reafirmar el compromiso de su país con la isla autogobernada y que China considera parte de su territorio. “EE.UU. ha venido para dejar claro que no abandonaremos a Taiwán”, dijo Pelosi.

De esta manera, un político estadounidense de alto nivel volvía a poner un pie en la isla en los últimos 25 años. El último que lo hizo fue el republicano Newt Gingrich en 1997, cuando China no contaba aún con el poderío e influencia que sí mantiene hoy.

LA RESPUESTA DE CHINA

Pekín cumplió su promesa. Mientras Pelosi visitaba Taiwán, China desplegó una serie de aviones de combate que sobrevolaron el estrecho de Taiwán, el mar en disputa entre los dos países. Asimismo, buques de guerra “se apretujaron” en dichas aguas. Pero más ejercicios de intimidación llegarían un día después.

El jueves, mediante el lanzamiento de 11 misiles cerca de Taiwán, China inició sus cuatro días de ejercicios militares que prometió tras la visita de Pelosi. Se trata de las mayores maniobras militares de su historia en torno a la isla, un simulacro para que el mundo vea cómo se llevaría a cabo un “bloqueo marítimo y aéreo” al territorio independiente. Otros 22 aviones militares chinos cruzaron la “línea media” del estrecho de Taiwán, una coordenada no oficial pero que raramente se traspasa, a medio camino entre las costas de China y las de la isla autónoma.

Por otro lado, Japón se quejó de que cinco de los misiles balísticos cayeron en aguas de su Zona Económica Exclusiva, por lo que Tokio ha presentado una queja diplomática a Pekín.

REACCIÓN INTERNACIONAL

Desde Taiwán han calificado las maniobras militares chinas como “irresponsables” y capaces de simular una invasión a su isla principal. El Ministerio de Defensa Nacional señaló que se prepara para un conflicto, pero que “no lo busca. Asimismo, el Ministerio de Transporte taiwanés ha indicado que los barcos que lleguen o salgan de la isla tendrán que sortear por estos días las zonas de maniobras militares. Sin embargo, de extenderse las acciones, estas podrían tener un impacto en las comunicaciones de la isla. Según medios locales, hasta el viernes los simulacros militares chinos habían afectado 18 rutas aéreas internacionales de Taiwán y más de 900 vuelos tuvieron que modificar su ruta.

Por su parte, Japón ha pedido detener las maniobras “inmediatamente”. El G-7 y la Unión Europea han condenado también las acciones con un comunicado conjunto y desde Washington las han calificado la respuesta china como “exagerada”.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que espera que China no “busque un pretexto para aumentar sus operaciones militares agresivas”. En tanto, un portaviones estadounidense seguirá “vigilando” los alrededores de Taiwán.

Diversos analistas han indicado que es poco probable que esta escalada desencadene un conflicto bélico, por lo menos no entre EE.UU. y China; sin embargo, cada acción realizada hasta el momento es una muestra de la fuerza de cada nación ante una eventual crisis. El mundo sigue atento.

DATO

  • En una resolución de 1971, la Asamblea General de la ONU reconoció al gobierno de Pekín como el único representante de China y permitió que se hiciese con el asiento que habían mantenido ahí las autoridades de Taiwán, en nombre de la que llaman República de China.

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