Redacción PERÚ21

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“¿Qué haces? Deja ese cuchillo, esperamos un bebé, te amo” fueron las últimas palabras de Ana Maria Lacramioara Di Piazza, antes de ser asesinada a puñaladas por su amante, en .

Ana María, de 30 años, mantenía una relación secreta con Antonino Borgia, un empresario casado de 51 años, que trabajaba en el sector de la construcción en un pequeño pueblo de la provincia de Palermo.

Según reveló una pareja que fue testigo del enfrentamiento a través de sus cámaras de seguridad, Ana María, todavía sangrando, salió huyendo y rogando por su vida de una camioneta mientras era perseguida por su amante, quien no traía pantalones, según informa el diario italiano Corriere della Sera.

La investigación policial encontró manchas de sangre en el auto de Borgia, pese a que esta presentaba rastros de haber sido lavada. Momentos después se encontró el cuchillo, abandonado en un campo entre Balestrate y Partinico, en donde también se encontró el cuerpo de la mujer que había sido ocultado torpemente.

Tras ser detenido e interrogado, Borgia confesó su crimen y alegó que había sido extorcionado por la mujer, quien lo amenazó con revelar la infidelidad a su esposa de no recibir una suma de dinero.

La autopsia del cadáver reveló que Ana María tenía cuatro meses de embarazo. Por su parte, el hombre fue acusado de asesinato, encubrimiento de un cadáver y aborto adquirido.

Un par de amigos de la víctima desmintió lo dicho por el asesino, pues revelaron que Ana María siempre protegió la identidad de su amante, incluso hasta cuando reveló que se encontraba embarazada y que el dinero que presuntamente le habría pedido, era para cubrir los gastos de su estado, que se consideraba de riesgo.

Ana María había dejado de trabajar como lavaplatos hace algunos meses debido a su estado de salud. Su cuerpo presentaba diez puñaladas, una en la garganta que le habría producido la muerte.

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