Enfermera de Médicos Sin Fronteras cuenta su experiencia en la crisis de los refugiados

Vera Schmitzha trabajado en los últimos cuatro años en nueve países y pudo ser testigo de los conflictos, la pobreza, las enfermedades, la guerra civil y la hambruna.
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Vera, con un bebé recién nacido en Abs, Yemen, 2016. (Foto: Médicos Sin Fronteras)
Un equipo de MSF atendiendo a los pacientes ambulatorios en el centro de salud del campo de refugiados de Hitsats, Etiopía. Junio 2018. (Foto: Gabriele François Casini/MSF)
Campo de refugiados de la región de Tigray, Etiopía. Julio 2018. (Foto: Gabriele François Casini/MSF)
Ibrahima, el primer sobreviviente de Ébola en Guinea durante el brote de 2015 sostiene en brazos a Nubia, la última paciente de la epidemia y la primera recién nacida que logró curarse. Conakry, Guinea, noviembre de 2015. (Foto: Sam Phelps)
Campo de Naciones Unidas para la Protección de Civiles (PoC) en Malakal, Sudán del Sur. (Foto: Yann Libessart/MSF)
Clínicas móviles de MSF para personas desplazadas en las gobernaciones de Kirkuk y Salahedin, Irak. Febrero 2016. (Foto: Baudouin Nach/MSF)
Campaña de vacunación en Berbérati, República Centroafricana. Abril 2016. (Foto: Pierre-Yves Bernard/MSF)
Operación de rescate a bordo del barco de búsqueda y rescate de MSF Dignity I. Junio 2016. (Foto: Nicolás Castellano/SER)
Mientras que refugiados, migrantes y solicitantes de asilo continúan muriendo en el mar Mediterráneo, MSF y SOS Méditerranée se han visto obligados a terminar sus operaciones de búsqueda y rescate del barco Aquarius en 2018. (Foto: Ikram N'gadi)
Vera, con un bebé recién nacido en Abs, Yemen, 2016. (Foto: Médicos Sin Fronteras)
Un equipo de MSF atendiendo a los pacientes ambulatorios en el centro de salud del campo de refugiados de Hitsats, Etiopía. Junio 2018. (Foto: Gabriele François Casini/MSF)
Campo de refugiados de la región de Tigray, Etiopía. Julio 2018. (Foto: Gabriele François Casini/MSF)
Ibrahima, el primer sobreviviente de Ébola en Guinea durante el brote de 2015 sostiene en brazos a Nubia, la última paciente de la epidemia y la primera recién nacida que logró curarse. Conakry, Guinea, noviembre de 2015. (Foto: Sam Phelps)
Campo de Naciones Unidas para la Protección de Civiles (PoC) en Malakal, Sudán del Sur. (Foto: Yann Libessart/MSF)
Clínicas móviles de MSF para personas desplazadas en las gobernaciones de Kirkuk y Salahedin, Irak. Febrero 2016. (Foto: Baudouin Nach/MSF)
Campaña de vacunación en Berbérati, República Centroafricana. Abril 2016. (Foto: Pierre-Yves Bernard/MSF)
Operación de rescate a bordo del barco de búsqueda y rescate de MSF Dignity I. Junio 2016. (Foto: Nicolás Castellano/SER)
Mientras que refugiados, migrantes y solicitantes de asilo continúan muriendo en el mar Mediterráneo, MSF y SOS Méditerranée se han visto obligados a terminar sus operaciones de búsqueda y rescate del barco Aquarius en 2018. (Foto: Ikram N'gadi)

Tras cuatro años trabajando en ocho países distintos con , la enfermera Vera Schmitz escribió un blog en el cual reflexiona sobre la crisis de los refugiados en la actualidad y las barreras políticas y sociales que agravan esta problemática y no permiten a los asilados encontrar seguridad.

Schmitz ha trabajado en los últimos cuatro años en Sudán del Sur, Guinea, Yemen, Etiopía, Nigeria, República Centroafricana, República Democrática del Congo e Irak y pudo ser testigo de los conflictos, la pobreza, las enfermedades, la guerra civil y la hambruna.

“Recuerdo las caras, las historias, los nombres de colegas y pacientes, también los de la naturaleza, la comida local, la música. Pero recuerdo también los momentos trágicos, cuando perdíamos algún paciente, cuando escuchaba que había pasado con mi colega, aquellos momentos cuando todo parecía demasiado difícil de manejar, cuando estaba cansada, agotada y tal vez cerca de explotar.

Pero aún así, no me gustaría haberme perdido una sola misión.

La alegría de los pacientes en Guinea, cuando sobrevivieron y se les permitió salir del centro de tratamiento del Ébola como pacientes curados. La (increíblemente deliciosa) ruptura del ayuno durante el Ramadán en Yemen, junto con el personal local y nuestro pequeño héroe, como lo llamamos amorosamente: un recién nacido con el que casi nos rendimos, pero luchó para volver a la vida.

Las excursiones en motocicleta a través de la jungla centroafricana para vacunar a los niños en los pueblos más remotos y, por la noche, las horas que pasamos juntos alrededor de la fogata. La tenaz voluntad de las madres iraquíes, que a menudo luchan solas con sus pesadas vidas en el campo, y mis colegas que tienen algunos difíciles años de guerra detrás de ellos y, sin embargo, no pierden su sonrisa.

¿Por qué huyen las personas?

Desde la distancia, estos países suenan extraños y lejanos, nada que nos preocupe aquí. A menudo están a muchas horas de vuelo de distancia, y es posible que hayas escuchado sobre algunos de ellos en los periódicos o en la radio. Otros pueden sonar completamente desconocidos.

Si lo piensas otra vez, puedes recordar que muchas de las personas que intentan huir a través del Mediterráneo provienen de algunos de estos países. Aunque nunca he trabajado en los barcos de rescate de MSF, sí he trabajado en algunos de los países de los que huyen estas personas. Las razones para huir y buscar refugio en otros lugares son tan numerosas como los refugiados. Hay una historia detrás de cada uno de ellos, algo que a menudo se olvida cuando se mencionan simplemente los números.

Todos han tenido hermanas o hermanos, hijos o padres, pero sin duda también a un mejor amigo a quien dejaron atrás. En un reciente accidente de un bote en el Mediterráneo, 117 personas murieron. Esta ruta es tan peligrosa que la decisión de arriesgarse a tomarla es casi siempre el último recurso.

Decir que menos personas intentan huir solo porque no hay barcos de rescate, es una falacia. Porque las razones para huir de sus hogares siguen siendo las mismas, y tampoco depende de nosotros evaluarlas. También es ampliamente sabido que Libia no es un lugar seguro. Los centros de detención, donde la tortura y la violación están a la orden del día, están más que generalizados. El acceso a la asistencia médica es prácticamente inexistente.

En el transcurso de mis años con MSF, he escuchado muchas historias. Algunas de ellas son difíciles de soportar. La fortaleza de las personas en el terreno, quienes continúan, quienes no pierden la esperanza, es siempre uno de los recuerdos más impresionantes que me llevo a casa.

Otra cosa que me acompaña es la tremenda apreciación de los privilegios con los que crecí, el refugio seguro al que puedo regresar después de cada misión, y el conocimiento de que mi vida se ha vuelto mucho más rica a través de estas experiencias y nuevas amistades. Sin embargo, cuando regreso a casa después de una misión, también vuelvo con inquietudes acerca de cuán altos se han hecho algunos muros en ese tiempo, no solo en Europa, sino en todo el mundo.

Más allá de los muros

Hablo de los muros que evitan que veamos a las personas necesitadas, muros que prohíben salvar vidas humanas. Un ejemplo de ello es la forma en que MSF se vio obligada a detener sus labores de búsqueda y rescate en el Mediterráneo. No es que menos personas estén muriendo, simplemente ya no las vemos a todas.

Aunque me siento particularmente afectada como enfermera en el trabajo humanitario, sé que no soy la única que se preocupa cuando se cuestionan públicamente los derechos humanos.

Si son personas grandes o pequeñas, soldados heridos o mujeres embarazadas, si viven en África o en el Medio Oriente, no le importa a MSF y no me importa a mí.

¿Y a vos? No cierres los ojos, no te dejes engañar por las paredes, incluso si éstas están hechas de palabras, y no dejes que la humanidad desaparezca de tu corazón.

Solo podemos hacerlo juntos".

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