Las elecciones presidenciales de Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. El 5 de noviembre los norteamericanos elegirán a su nuevo presidente y los dos candidatos en la lid, el exmandatario Donald Trump y la actual vicepresidenta Kamala Harris, alistan sus últimas actividades de campaña para marcar la diferencia.
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Un evento medular, en estos metros finales de la carrera, fue el debate que protagonizaron el 1 de octubre los aspirantes a vicepresidentes. De un lado, representando al Partido Demócrata, Tim Walz; y del otro, designado por el Partido Republicano, J.D. Vance. La oportunidad sirvió para que ambas fórmulas expliquen en detalle las políticas públicas y la visión de gobierno que pretenden implementar de llegar a la Casa Blanca.
A diferencia de lo que la sociedad civil y los analistas estadounidenses preveían, el encuentro se desarrolló en un ambiente cordial, con espacios de tensión que fueron superados para volver a canalizar el discurso hacia los principales puntos de discordancia política, como los relacionados con la economía, la migración, el aborto y la protección de la democracia.
LOS PUNTOS DE CONTROVERSIA
Vance, de 40 años y senador por Ohio, es recordado por formar parte del movimiento Never Trump (Nunca Trump) en 2016, que se oponía a que el magnate sea presidente de Estados Unidos. Incluso llegó a afirmar que él era “el Hitler de EE.UU.”. Hoy, es uno de sus más férreos defensores.
En el debate, a diferencia de Trump, pronunció correctamente el nombre de Harris. No se quejó de los moderadores y tampoco aprovechó las oportunidades para enfrentar a Walz, gobernador por Minnesota, quien estuvo notablemente menos cómodo en el escenario, pero se calmó después de un comienzo nervioso. Como parte de su alocución, presentó a Trump como una persona que ignora la verdad si esta le es desfavorable.
El primer punto de división estuvo relacionado con el asalto al Capitolio, en enero de 2021, cuando simpatizantes de Trump ingresaron a la fuerza a esta sede para impedir que Joe Biden jurara como mandatario. Al respecto, ante la consulta de Walz, Vance evitó responder indicando que estaba “centrado en el futuro”. Más bien, apuntó a las quejas demócratas sobre interferencia rusa, en las elecciones de 2016, por la compra de anuncios en Facebook.
Cuando polemizaron en torno al aborto, Walz señaló estar “de acuerdo con mucho de lo que dice el senador Vance”, pero dijo que “su compañero de fórmula no”, en relación con Trump.
Vance trató de centrar su discurso en el impulso de políticas profamilia, incluido el acceso a tratamientos de fertilidad, pero también sostuvo que cada estado debe determinar su postura sobre el aborto al ser Estados Unidos un país “grande y diverso”. Ante ello, Walz replicó: “¿Los estados decidirán que lo que es correcto para Texas puede no serlo para Washington? Esto no funciona así. Se trata de derechos humanos básicos”. Con ello, se clarificó la posición de ambos extremos.
En cuanto a migración, Walz cuestionó las falsas afirmaciones de Vance sobre los ciudadanos haitianos que se comían a las mascotas de Springfield. Empero, Vance atinó a mencionar que “las personas que más importan en Springfield son los ciudadanos estadounidenses”, y continuó señalando que en Ohio, por culpa de los inmigrantes, “hay escuelas desbordadas, hospitales desbordados, viviendas totalmente inasequibles”.
“Podríamos unirnos y resolver esto si no dejáramos que Trump siguiera convirtiéndolo en un problema”, enfatizó Walz.
En determinado momento, Vance sugirió que la política fronteriza de Estados Unidos era contraproducente para combatir este tema, aunque admitió que la problemática era más compleja que eso. Walz, por su parte, coincidió con ese análisis, pero también apuntó al consumo de drogas y la salud mental como causas de las muertes por armas de fuego, tratando de reorientar la conversación.
Culminado el debate, ambos se estrecharon la mano y charlaron lejos de los micrófonos. Los próximos días serán claves para decantarse en la elección.
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