El jueves 28 de enero Cristo iría por ellos, pero no llegó. En una pequeña casa de Colombia una veintena de ciudadanos que habían dejado y vendido todas sus posesiones para el esperado encuentro, esperaron y esperaron, pero con lo único que se toparon fue con una creciente desilusión.
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Con la promesa rota de ascender al paraíso, a los seguidores de la iglesia cristiana de Berea en Sabanalarga (Atlántico) buscaron a quien les aseguró la gloria: el pastor Gabriel Alberto Ferrer. Y tampoco apareció.
El suceso fue noticia televisada, comentario obligado en las redes sociales mientras el día se iba acercando, incluso las autoridades locales ingresaron a la casa para ver el estado de los menores que esperaban con sus padres la llegada trunca.
¿Y qué pasó? Incertidumbre. El pastor Ferrer recibió el dinero de las ventas de las posesiones de sus seguidores -según ellos mismos han denunciado- y ahora desapareció, no responde los mensajes ni da la cara, como si él sí hubiese ascendido al cielo, aunque la expresión más común es que se lo tragó la tierra.
“Estamos muy enojados con el pastor porque nos despojamos de todas nuestras pertenencias, sin dinero, sin nada, porque supuestamente era el rapto y no nos llevábamos nada material”, dijo una de las fieles a Noticias Caracol.
Las autoridades informan que los creyentes ya tuvieron un acercamiento con la Fiscalía General de la Nación a la espera de algo de justicia terrenal y que el pastor, que les prometió el cielo y el paraíso, aparezca y asuma su responsabilidad.