Lula da Silva (izquierda) y Jair Bolsonaro se disputan la Presidencia de Brasil en las elecciones de este domingo 2 de octubre del 2022. (Reuters).
Lula da Silva (izquierda) y Jair Bolsonaro se disputan la Presidencia de Brasil en las elecciones de este domingo 2 de octubre del 2022. (Reuters).

POR PABLO VILCACHAGUA

“Ladrón”, “idiota”, “supremacista”, “corrupto”, “loco”. La campaña presidencial en Brasil ha sido lo más parecido a un ring de box, donde dos pesos pesados han tomado el protagonismo total del proceso. Por un lado, , de 67 años, que busca la reelección. En el otro, el exmandatario , de 76. Ambos se han intercambiado duros calificativos, puyazos que han llevado el debate al terreno de las acusaciones. Hoy se conocerá si el proceso termina con un ganador o se tendrá que ir a segunda vuelta.

El favorito es Lula, que se ha mantenido con una clara ventaja durante todo el proceso. Según la última encuesta de Datafolha, aparecida el jueves 29, el exmandatario mantiene un 48% en las preferencias, mientras Bolsonaro mantiene un 34%. Sin embargo, teniendo en cuenta los votos válidos (descontando los nulos y blancos), el izquierdista llega a 50%, frente al 36% del ultraderechista. Para proclamarse presidente este domingo, Lula necesitaría recibir más del 50 % de los votos, y en caso contrario, las elecciones se decidirían en una segunda vuelta el próximo 30 de octubre.

ESTRATEGIAS

Las elecciones en Brasil reúnen a once candidatos, pero más allá de Lula y Bolsonaro, nadie más tendría opciones de llegar a una segunda vuelta (el tercero en las encuestas, Ciro Gomes, tiene 6% de las preferencias y el cuarto, Simone Tebet, alcanza el 5 %).

El Partido de los Trabajadores, con el que Lula apuesta volver al poder, considera que llevarse el triunfo en primera vuelta es una posibilidad real, aunque siempre está el riesgo un cambio de última hora (el 12% de votantes de 2018 decidió su voto el último día antes de la elección) por lo que han apelado al “voto útil”, para intentar capturar a los indecisos o los que tienen pensado votar por otros aspirantes más relegados.

Brazil's former President and presidential candidate Luiz Inacio Lula da Silva attends a silent march, in Sao Paulo, Brazil October 1, 2022. REUTERS/Amanda Perobelli
Brazil's former President and presidential candidate Luiz Inacio Lula da Silva attends a silent march, in Sao Paulo, Brazil October 1, 2022. REUTERS/Amanda Perobelli

Alejado entre 15 a 17 puntos de su rival, Bolsonaro ha desatado toda su artillería en las últimas semanas con el fin de acortar distancias, aunque gran parte de su discurso también se ha centrado en levantar la sospecha sobre el Tribunal Superior Electoral, principalmente “alertando” de que podría ser víctima de un fraude electoral. Incluso, hace un año ya se animaba a atacar el voto electrónico (un método usado desde hace más de 10 años en el país sudamericano sin indicio alguno de irregularidades). Según el mandatario, este método no resulta una garantía democrática.

Los ataques de Bolsonaro, sin prueba alguna, han apuntado también a las encuestadoras. “Aquí no está la mentirosa Datafolha, aquí es nuestro ‘Datapueblo’”, señaló en un mitin reciente sobre la consultora de opinión pública, la de más credibilidad en Brasil.

El presidente brasileño y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro, saluda a sus seguidores durante una caravana en vísperas de las elecciones presidenciales, en Sao Paulo, Brasil.
El presidente brasileño y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro, saluda a sus seguidores durante una caravana en vísperas de las elecciones presidenciales, en Sao Paulo, Brasil.

De esta forma el presidente ha seguido una estrategia muy similar a la de Donald Trump por lo que hay un temor fundado sobre si reconocería una posible victoria de Lula. En julio, un manifiesto en “defensa de la democracia” en Brasil reunió más de medio millón de firmas, desde artistas y deportistas hasta intelectuales y expresidentes. En respuesta, el mandatario se mofó en su Twitter, aunque en los últimos días ha mostrado un discurso más prudente, indicando expresamente de que, si pierde, pasará la banda presidencial y se retirará de la política. “Si esa es la voluntad de Dios seguiré, pero si no es, pasaré la banda presidencial y me retiraré porque con mi edad no tengo más nada para hacer en la Tierra si termina mi paso por la política el 31 de diciembre”, dijo en un canal evangélico.

MÁS ARREMETIDAS

El deseo de regresar o mantenerse en el Palacio de Planalto ha llevado a ambos candidatos a no guardarse acusaciones contra el otro. “Completamos tres años y ocho meses sin corrupción en Brasil”, mencionó esta semana Bolsonaro en referencia a su rival. “Me acusan de todo pero no me llaman corrupto”, agregó, centrando sus golpes en los antecedentes de Lula, quien fue condenado por corrupción en el caso Lava Jato, aunque su sentencia fue luego anulada por la corte suprema por problemas procesales, no por el fondo de las acusaciones.

Bolsonaro también se ha dado el tiempo para diferenciarse de Lula indicando que él es un candidato que “defiende la familia”, mientras que su rival “cree que los valores familiares son un retroceso”, acusándolo de apoyar la legalización del aborto, las drogas y el control de armas. Del mismo modo, ha continuado con su retórica anticomunista.

Por su parte, Lula ha calificado al actual presidente como “genocida”, culpándolo de la muerte de miles de brasileños durante la pandemia del COVID y de haber instaurado “una guerra” en su país a través de la polarización.

Con fuertes preocupaciones sobre la mesa, como el desempleo, la inflación o la salud, 156 millones de brasileños están llamados hoy a las urnas. ¿Todo se resolverá en primera vuelta?

DATOS

Más de 156 millones de brasileños están habilitados para votar en unas elecciones en las que también se disputan cargos de diputados, senadores y gobernadores de los 26 estados del país.

Si ninguno de los candidatos presidenciales alcanza el 50% de los votos, habrá una segunda vuelta el 30 de octubre.

En un clima polarizado y para prevenir cualquier conato de violencia, el Tribunal Superior Electoral decidió prohibir el porte de armas y municiones en todo el país.

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