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Argelia acoge primera ceremonia de beatificación católica en país musulmán

El acto tuvo lugar en la explanada de la iglesia de Nuestra Señora de la Cruz ante cerca de 1.200 personas y fue oficiada por el cardenal Angelo Becciu, enviado especial del Papa Francisco.

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La Iglesia católica beatificó hoy en la ciudad de Orán a 19 religiosos asesinados durante la cruenta guerra civil argelina (1992-2002), en la primera ceremonia de esta naturaleza celebrada en un país musulmán.
El acto tuvo lugar en la explanada de la iglesia de Nuestra Señora de la Cruz ante cerca de 1.200 personas y fue oficiada por el cardenal Angelo Becciu, enviado especial del Papa Francisco.
Durante las más de dos horas y media que duró la misa, se sucedieron momentos de emotividad como cuando se evocó la memoria de Pierre Claverie, arzobispo de Orán, asesinado en 1996.
Ferviente defensor del diálogo entre musulmanes y cristianos, el dominico perdió la vida junto a su chófer, Mohamed Bouchikhi, al estallar un bomba en plena calle.
"Pierre Claverei y sus 18 compañeros, fieles mensajeros del evangelio, mensajeros de la paz, merecen que se les llame entre los bienaventurados", dijo en latín el enviado papal ante el aplauso de los asistentes.
En la homilía posterior, monseñor Becciu volvió a recordar que el diálogo es el primer eslabón de la paz y que la iglesia católica "no desea nada más que servir al pueblo argelino".
Antes, el cardenal había leído un mensaje del papa Francisco en el que pontífice, que fue invitado por las autoridades argelinas para presidir el acto, recomendó no olvidar las lecciones del pasado.
"Debemos pensar en las heridas del pasado y crear una dinámica nueva de encuentro y convivencia" como seres humanos, dijo el papa en su mensaje.
"Al recordar la muerte de estas 19 víctimas cristianas, los católicos de Argelia y el mundo quieren celebrar la fidelidad de estos mártires al proyecto de paz que Dios inspira a todos los hombres", añadió.
"Quieren, al mismo tiempo, tomar en su oración a todos los hijos e hijas de Argelia que fueron, como ellos, víctimas de la misma violencia", subrayó en alusión a un "decenio negro" que segó la vida de más de 300.000 personas y dejó decenas de miles de desaparecidos.
Un mensaje que cobró mayor relevancia cuando se recordó el martirio de los siete monje trapenses secuestrados en 1996 de la abadía de Tibéhirine, situada a unos 60 kilómetros al sur de Argel, y asesinados meses después.
Su trágica y extraña historia fue recreada después por el cineasta francés Xavier Beauvois en "los hombres y los dioses", ganadora en el Festival de Cannes.
Una emoción similar recorrió a la amplia delegación española al recordar el martirio de Caridad Álvarez y Esther Paniagua, las misioneras agustinas asesinadas en 1994.
Las religiosas fueron abatidas a tiros el 23 de octubre de ese año a la salida de la capilla en la que solían celebrar a diario la eucaristía en la capital.
Su trágica historia se narra en el documental "Cari y Esther, mártires de vida", en el que la superiora provincial de la provincia de San Agustín de las Agustinas Misioneras, María Jesús Rodríguez, deja un relato impactante.
La superiora acompañaba a las dos hermanas en su camino diario desde la sede de la comunidad, el barrio de Bab el Oued, a la capilla el día en el que ambas fueron víctimas de los fanáticos musulmanes.
La guerra civil se desató después de que el gobierno y el Ejército argelinos no reconocieran la victoria en las urnas del Frente Islámico de Salvación (FIS).
La violencia contra los cristianos y los extranjeros en general fue especialmente intensa entre 1994 y 1996, bienio en el que también fueron asesinados a tiros un padre marista, una monja de la Asunción, una monja de Santa Cruz, y dos hermanas de la congregación de Notre Dame.
Así como miles de musulmanes argelinos, civiles víctimas de la barbarie, como recordó al inicio del acto Monseñor Paul Desfarges, quien llamó a todas las víctimas mortales de la guerra fratricida argelina "héroes cotidianos anónimos".
"No queremos que sea una beatificación entre cristianos, sino de hermanos y hermanas que murieron junto a decenas y decenas de miles de argelinos musulmanes" que fallecieron en aquel "decenio negro", subrayó.
Palabras que aplaudieron tanto el ministro argelino de Asuntos Religiosos, Mohamed Aïssa, como el secretario de estado francés de Asuntos extranjeros Jean-Baptiste Lemoyne y los líderes religiosos musulmanes presentes en la ceremonia.
Un acto que comenzó con una pequeña ceremonia de fraternidad en la Gran Mezquita de Orán y que tuvo uno de sus momentos más bellos cuando el padre Thierry Becker, sacerdote en Orán, entonó en árabe una plegaria a la Virgen María.

Fuente: EFE