Se necesita inteligencia para poder examinar a cada toro y saber qué lidia le das para permitir que aflore su raza, valor y, de ser posible, indultarlo. Pero también tienes que ser inteligente para lidiar con el público… Además, hay un factor que solamente Dios te lo da. Si tú estás tocado por ese don, pues ya tienes buen tramo del camino hecho. La conexión de Andrés con el público es impresionante. Tiene una presencia en la plaza, una manera de andar, que te hace saber que es un predestinado. Pero hay una combinación muy interesante dentro de esa arrogancia. Porque al mismo tiempo que camina sacando pecho, se tira al suelo con los niños en Cajamarca cuando lo quieren conocer. En una persona de lo más cálida y aterrizada. No camina en una nube.