Redacción PERÚ21

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Yuri Cutipé // Director de Salud Mental del Minsa.

La mayoría de feminicidas son conscientes del dolor que están causando en la víctima y lo disfrutan porque es la forma en que manifiestan su poder. Estos rasgos están asociados a la inmadurez emocional, por lo que creen que el sometimiento de la mujer es algo normal.

Esto parte de la niñez. Los niños que sufren de violencia en sus casas crecen creyendo que el castigo físico y emocional es algo normal. Por ello, en un futuro, usan la agresión física y psicológica contra sus parejas. Así se crea un círculo de reproducción de la violencia que se debe romper a través de la educación. Tanto los niños que viven en un entorno violento como los que no, deben recibir una educación en igualdad de derechos para hombres y mujeres, donde la violencia no sea una conducta normal.

Una medida eficaz para revertir ese círculo de violencia es hacer posible no solo la protección judicial de la víctima, sino también el acceso a servicios que le permitan recuperar sus capacidades de salud mental.

Hay que tener en cuenta que hace más de 20 años, la violencia contra la mujer estaba tan normalizada que no era objeto de escándalo ni de indignación, como lo es ahora. Estamos viendo un cambio que va hacia la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Antes no existía el término feminicidio, ahora se usa y genera sensibilidad.