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Miguel Inga: “Durante la pandemia los docentes no han hecho educación virtual, han hecho teletrabajo”
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El cambio que ha experimentado la educación básica en el Perú, durante estos casi dos años de emergencia sanitaria por el COVID-19, es y será motivo de innumerables estudios. No hace falta ser un experto para inferirlo. Y es que pasar de las aulas de clase físicas a las aulas virtuales ha sido todo un reto, que, obviamente, ha involucrado un complejo y cambiante sistema construido sobre la marcha, tanto en lo que respecta a los profesores, como a los alumnos y padres. Han tenido que adaptarse a la ‘nueva normalidad’ sin recetas, sin referencias, todos al modo de prueba y error.
Los cambios que de un momento a otro provocó el coronavirus, incidió también en nuestro sinfín de quehaceres diarios, pero es especialmente relevante conocer cómo lidió con ello nuestro sistema educativo básico, que ya antes no funcionaba bien.
Justamente sobre ello ha investigado el catedrático Miguel Inga, decano de la facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Junto a la catedrática Liliana Muñoz, de la Universidad Peruana Cayetana Heredia (UPCH), y un equipo de especialistas, han elaborado el estudio Trabajo docente en tiempos de pandemia, que ha sido publicado por la Red Latinoamericana de Estudios sobre Trabajo Docente (Red ESTRADO), y que es parte de una investigación que abarca a otros 12 países de América Latina, además del Perú.
Su investigación revela que un 70% de los docentes de educación básica en el Perú no contaba con manejo de tecnologías de la información (TIC) cuando se inició la pandemia. ¿Esperaban este escenario?
A partir de la primera prueba PISA aplicada en el Perú, en el 2001, se entiende que había que establecer estrategias que impliquen un trabajo de competencias digitales. Se decía que se venía avanzando en esa línea. Cuando se da la pandemia, se pone en evidencia que no era tan cierto ese avance. Realmente el uso de las herramientas digitales no estaba incorporado en el trabajo de la nueva educación. No había un desarrollo de competencias y se continuaba con lo tradicional, es decir, el traslado de información.
Entonces, en cuanto al uso de las herramientas para el aprendizaje, se confirmó un poco lo que pensábamos.
Encontramos también un crecimiento del estrés en los docentes a partir de la pandemia. Casi un 80% de ellos ha tenido afectación, en cierto modo porque hay correlación con el no tener competencias digitales.
¿Y se dieron mejoras en estos casi dos años de educación remota?
Con las capacitaciones que se dieron apresuradamente se logró que los profesores puedan usar el Meet o Zoom en lo elemental: una videoconferencia para hablarle a los alumnos. Pero no se ha hecho educación virtual, se ha hecho teletrabajo.
Los profesores durante estos dos años se han habituado a ese tipo de trabajo a distancia. Prendes la máquina y haces lo mismo que hacías en el aula. Hubo un retroceso en el aprendizaje respecto al desarrollo de las competencias de los estudiantes, al diálogo pedagógico, al trabajo en equipo.
¿Esta investigación incluye también a instituciones privadas?
Sí, tanto instituciones públicas como privadas. Aunque hay que decir que en la educación pública el problema ha sido mucho más fuerte, con casi el 80% de los docentes sin manejo de TIC al inicio de la pandemia.
La mayoría de docentes participantes tienen entre 40 y 59 años, ya que la mayor carga docente está en esa edad. Lo que se avecina estos próximos 10 años es una renovación significativa. Por eso, se pone énfasis en la formación inicial docente, con miras a la generación del recambio. Si en las universidades no se están desarrollando las competencias digitales, entonces el problema se va reproducir.
¿Las acciones del Ministerio de Educación (Minedu) se alinean con esta urgencia?
La educación es un proceso de interacción humana, donde hay aprendizajes interrelacionados. El estudiante aprende del docente, pero también de sus compañeros de estudio, así como el docente va incorporando aprendizajes de los chicos. Lo que vemos en el Minedu es que hay una necesidad de retorno a la nueva presencialidad. Pero, me parece que algunos funcionarios, cuando ponen fechas de retorno, están pensando en la presencialidad anterior.
Esa presencialidad anterior no estaba funcionando bien y el mundo de la virtualidad ya llegó y se quedó. El desafío es cómo enriquecer esas competencias.
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MEJORAS EN LA PREPARACIÓN DE CLASE
¿Qué otros cambios significativos encontraron en la dinámica de los docentes durante la pandemia?
Encontramos que la dedicación de horas para la preparación de clases aumentó en un 90%. Antes, la clase misma era el centro de atención. Eso nos llevaba a una cierta improvisación y dificultades para detectar avances. Entonces, si bien estas horas de preparación son una carga adicional, tienen un lado positivo, ya que el profesor ha planificado su clase. Ha aprendido a buscar y evaluar para no caer en solo dar información.
Evidenciamos también cierta resistencia de los profesores a retornar a la presencialidad. Ya organizaron sus espacios laborales en la casa. Si les cambian las condiciones, es empezar de nuevo. Eso es incluso más fuerte que el miedo al contagio. Hemos encontrado que se sienten más protegidos por las vacunas.
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LAS EVALUACIONES A LOS DOCENTES
¿Qué tanto ayuda el anuncio del Gobierno sobre hacer contratos que les den mayor seguridad a los docentes, en el contexto que se discute sobre si flexibilizar o no las evaluaciones de la Carrera Pública Magisterial?
Creo que el lenguaje que se ha usado respecto a la evaluación de los profesores para los contratos y nombramientos no ha sido el más adecuado. La idea es que los concursos y las evaluaciones se sigan dando porque eso los estimula para su capacitación. También hay que señalar que a los docentes se les evalúa más por su desempeño que por los títulos que tengan. Aquellos docentes que ya han tenido contratos y años de desempeño, si no han tenido ningún tipo de cuestionamiento, deberían de ganar una renovación y no esta situación de ver qué pasa cada año.
El Perú está siendo el último país de la región en retornar a las aulas de manera presencial. ¿Cree que este retorno pueda darse de forma ordenada en el 2022?
El retraso tiene relación con la perspectiva que había del tema educativo. Se creía que el problema de la educación era el aumento de sueldos de los profesores, o tener más locales, o más tecnología. Son aspectos importantes, pero no la esencia. El punto es la concepción de la educación, la pedagogía y el procesamiento de información que nos permite formular tesis. Esa situación nos llevó a que no se valoren las nuevas tecnologías.
Si hablamos de una nueva presencialidad, hay que prepararla. Si tuvimos una normalidad anterior desordenada, tenemos la posibilidad de empezar con una propuesta ordenada, donde vamos viendo metas y logros. Debería haber un diálogo claro entre el Minedu, oficinas regionales y las UGEL. Deberían escuchar propuestas del Consejo Nacional de Educación y las universidades. Eso nos ayudaría a evitar un retorno desorganizado que incluso genere mayores retrocesos.
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