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El testigo sin voz de cara al juicio de Keiko Fujimori

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Fecha Actualización
Por Alvaro Reyes y Joma Gálaga
Uno de los testigos más importantes en el caso Keiko Fujimori vive postrado sobre una cama desde hace dos meses. Su historial médico en el hospital Rebagliati indica que sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) agudo. En otras palabras, un derrame cerebral que le ha paralizado medio cuerpo. Para salvarle la vida, lo sometieron a una traqueotomía y ahora se alimenta por sonda. No puede hablar ni caminar por su cuenta.
Hace unos años, Luis Alberto Mejía Lecca era el hombre de los números en Fuerza Popular. Su cargo de tesorero así lo definía. Manejaba la caja del partido, sabía cuánto dinero entraba y salía de sus arcas.
La confianza de la cúpula fujimorista hacia él era incuestionable. Llegó en 2014 a las filas de la agrupación naranja para contabilizar los aportes que recibía.
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En 2016, el año de las elecciones generales, se convirtió en personero legal alterno del grupo político y fue nombrado jefe de la Oficina de Defensa de las Leyes del Congreso. No hay dudas de que conocía el teje y maneje de la organización política.
Por eso, cuando se acogió a la colaboración eficaz, en febrero de 2019, y confirmó la existencia de falsos aportantes y la eliminación de evidencias, más de un dirigente fujimorista tembló.
Su contundente testimonio sucedió a la explosiva confesión del empresario Jorge Yoshiyama Sasaki, sobrino del exsecretario general Jaime Yoshiyama. Este dijo que Keiko Fujimori sí sabía de los aportes entregados por la constructora Odebrecht en 2011.
La compañía brasileña abonó un millón de dólares, según su exdirectivo Jorge Barata. Ese dinero nunca fue declarado por el partido.
La declaración de Mejía Lecca es, en ese sentido, una evidencia para la Fiscalía. El rumor de su aparente muerte en los últimos días alertó al fiscal José Domingo Pérez, quien solicitó al Reniec el certificado de defunción.
Lo del deceso, sin embargo, fue solo un trascendido. A un mes del inicio del juicio por lavado de activos contra la excandidata presidencial, el abogado de 55 años pasa sus días bajo el cuidado de su madre, con asistencia ambulatoria, en una casa de Pamplona, en San Juan de Miraflores.
Está vivo, pero su declaración en la última etapa del proceso penal está en riesgo.
Evidencia incinerada
Luis Mejía Lecca decidió hablar porque otros testigos lo estaban hundiendo. En 2018, un colaborador eficaz dijo que este presionó, en Tarapoto, a falsos aportantes de la campaña fujimorista de 2011 para que narren a la Fiscalía que ellos sí donaron dinero.
“Si ustedes no hablan la verdad que han aportado, les va a ir mal porque ahí está su firma”, dijo Mejía Lecca, de acuerdo al delator.
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La otra persona que lo comprometió fue Jorge Yoshiyama, quien lo señaló de haber viajado a esa ciudad para que, precisamente, amedrente a los humildes donadores, quienes figuraban como aportantes de hasta US$5,000.
En una audiencia de noviembre de 2018 quedó grabado cuando Mejía se acercó a Yoshiyama, se sentó a su lado, y en voz baja le reclamó algo tras enterarse de que se había acogido a la confesión sincera.
Luego, el expersonero legal reveló a la prensa qué le expresó al empresario: “Di la verdad completa”.
Cuando empezó su proceso de colaboración eficaz, con Raúl Noblecilla de abogado, Mejía hizo una revelación. Indicó que, en 2017, luego del allanamiento fiscal a los locales de Fuerza Popular, se incineraron documentos por orden de Ana Herz de Vega, asesora y mano derecha de Keiko Fujimori.
“La señora Ana Herz de Vega le pidió al señor Luis Mejía Lecca que busquen personas para que revisaran dentro de su domicilio, ubicado en La Molina, si encuentran alguna información relevante sobre el partido que le pudiera traer responsabilidades futuras ante un posible allanamiento”, detalló el exmilitante fujimorista en un escrito al que accedió Perú21.
Seguidamente, informó que se comunicó con Shirley Montenegro Flores y Melissa Sánchez Bernaola para que acudan a la vivienda y hagan la búsqueda. Lo que hallaron fue “unas rifas del año 2010 y diversos papeles en desuso” relacionadas a la campaña.
“Mejía Lecca concurrió al domicilio de la señora Ana Herz de Vega para poder incendiar los documentos encontrados en una parrilla empotrada en el patio trasero del inmueble por orden directa de la señora Ana Herz”, relató cuando aspiraba ser colaborador eficaz.
Esa versión se condice con la manifestación de Melissa Sánchez, quien dijo al Ministerio Público que vio a Luis Mejía y Ana Herz conversando mientras “quemaban algo”.
“En la zona donde está ubicado un horno y/o parrilla empotrado donde había fuego y se notaba que ellos dos estaban quemando algo (…) definitivamente no se trataba de alimentos”, sostuvo.
Los falsos aportantes
Ese testimonio no fue lo único que Mejía Lecca entregó al fiscal José Domingo Pérez. Estando ya en prisión preventiva, en el penal Castro Castro, fue trasladado a la oficina de su defensor Noblecilla, con autorización de un juez, para que entregue pruebas de los falsos aportantes.
El 12 de agosto de 2019, el entonces colaborador entregó correos electrónicos a los fiscales que mostraban la coordinación de este con otros directivos de FP para ‘pitufear’ en registros los abonos que declararían ante la ONPE.
La Fiscalía extrajo cuadros de Excel en los que se leían los montos que se asignaban a cada aportante para adecuar la contabilidad.
Además, Mejía presentó videos de los cócteles realizados por el fujimorismo para la campaña de 2016, de fechas 2 de febrero, 29 de marzo, 10 y 24 de mayo; precisó el gasto total por cada una de esas actividades y el monto total recaudado.
También cedió archivos de transacciones a cuentas en soles y en dólares de Scotiabank pertenecientes a Fuerza Popular, así como detalles de operaciones bancarias realizadas entre 2015 y 2016 por el mismo partido.
Según la investigación, se registraron 49 falsos aportantes entre las campañas de 2011 y 2016.
Todo este material está en manos del equipo especial Lava Jato. No obstante, debido a que Luis Mejía no continuó con la colaboración eficaz, el fiscal Pérez tendría limitaciones para usarlo.
Raúl Noblecilla dejó de patrocinar al extesorero del fujimorismo para encaminarse en la vida política y Yeni Vilcatoma, una excongresita de Fuerza Popular, es quien maneja ahora la estrategia legal.
Desde que Vilcatoma tomara las riendas, su cliente dejó el proceso que podía concederle beneficios penales y ahora es un acusado más en el juicio que se iniciará el 1 de julio.
La abogada de Mejía se excusó de responder preguntas de este diario al referir que, por indicación de los familiares, no puede responder “nada”.
Si bien el ahora procesado no se convirtió en colaborador eficaz, no está dispuesto a aceptar los delitos que cometieron otros, contó a personas allegadas.
Raúl Noblecilla, ex abogado de Luis Mejía Lecca
Yo fui abogado de Luis Alberto Mejía Lecca cuando él se encontraba recluido en el penal Castro Castro cumpliendo una prisión preventiva de 36 meses. Se le investigaba por los famosos cocteles, que eran recaudaciones de dinero a favor de la campaña de Fuerza Popular de la excandidata Keiko Fujimori.
Mejía Lecca era el tesorero y personero legal del partido, una persona de la primera línea que trabajaba muy de la mano con Ana Herz, secretaria nacional de organización política de Fujimori. La historia es que, a raíz de la intervención que hace la Fiscalía en el local de la calle Los Morochucos, se encuentra mucha información, por lo que empiezan las detenciones a Pier Figari y Jaime Yoshiyama, por ejemplo. Es ahí que Luis Mejía habla conmigo; me dijo que él quería tener una defensa participativa, es decir, que él sentía que no había cometido ningún delito y que en todo caso lo habían puesto en una situación más que incómoda. Ello refiriéndose a la misma Ana Herz, Keiko Fujimori, Yoshiyama y Rolando Reátegui.
Sintió que había sido utilizado y empieza a contar testimonios valientes. Y tal vez el testimonio más importante de todos es el de la famosa quema de los documentos.
¿Por qué es tan importante? Porque este testimonio generó una situación muy complicada para los imputados que ahora están ya acusados y próximos a ir a juicio, porque se demuestra que el gran acervo documentario que existió en el inmueble de Los Morochucos fue llevado luego a la casa de Ana Herz, se enciende una parrilla y empiezan la gran quema de los documentos.
Esos documentos eran evidencias claras y contables de lo que se intentaba ocultar con esa clara conducta obstruccionista. Había una suerte de declaraciones de los aportantes, cómo aparece gente en el interior del país que aporte miles de soles, es decir, para justificar ostentosas sumas de dinero que habían sido entregadas por grandes empresarios en una suerte de mochila, lonchera o sobres.
Los cócteles famosos no eran más que cortinas para tapar o darle una fachada a más que una irregularidad, pues una suerte de corrupción y delitos, que ya se estaban cometiendo con estos falsos aportes.
Mejía Lecca era una persona importante en la planilla de Fuerza Popular, porque fue el tesorero y personero. De alguna manera él empieza a hacer una defensa participativa y esto generó más que un debate.
Él empieza a recibir amenazas, a tal punto que se dispuso su traslado a una zona prácticamente aislada del penal Castro Castro para que no tenga contacto con los otros miembros de Fuerza Popular.
Si bien es cierto nada me impedía seguir ejerciendo su defensa, preferí marcar distancia ante los retos políticos que decidí afrontar.