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Yaqoob Mubarak, el millonario que llegó desde un reino para ayudar

El empresario Bahreiní, de 31 años, causó revuelo en nuestro país por venir desde tan lejos a conocer y apoyar al pequeño trujillano Víctor Angulo. Cuenta que pasó por difíciles momentos en su infancia y cómo empezó a ser un filántropo.

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El Minedu aseguró que el viceministro de Gestión Institucional, Guido Rospigliosi, y Yaqoob Yusuf Ahmed Mubarak firmaron una carta de intención. (Twitter)
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Yaqoob Mubarak pudo concretar su encuentro con el niño trujillano Víctor Angulo.
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Yaqoob Mubarak pudo concretar su encuentro con el niño trujillano Víctor Angulo.
Fecha Actualización
Nada queda lejos para aquellos que viven para ayudar a quien más lo necesita. Nada es imposible para ellos. Como Yaqoob Mubarak. Este empresario del Reino de Bahréin, en Asia, viajó 14,891 kilómetros para visitar al niño Víctor Angulo, al verse conmovido por el video en el que aparece leyendo bajo la luz de un poste en el distrito de Moche, en Trujillo.
El joven, de 31 años, recibió a Perú21 en el hotel donde se hospedaba en Miraflores, después de una maratónica jornada. Estaba cansado, tenía la mirada tímida y sonrisa de niño. Es el tercero de cinco hermanos, estudió para ser piloto de aviación y también Derecho en la universidad de Kuwait, pero no concluyó las carreras. Ahora es dueño de una exclusiva tienda de chocolates y dulces, llamada London Store, que importa productos de diversas partes del mundo. Su vida, sin embargo, ha tenido momentos amargos.
Yaqoob nunca tuvo carencias económicas, pero sí afectivas. En su familia cada quien se ocupaba de lo suyo y se sentía abandonado. Eso lo llevó a una depresión en su niñez, que lo hizo pensar en el suicidio. Superó ese episodio acercándose a la religión musulmana y luego ayudando a otros niños a tener una mejor vida.
Sus actos de caridad empezaron en 2015, en Tailandia. Una noche en la ciudad de Phuket, Yaqoob solo tenía en el bolsillo un equivalente a 80 soles en efectivo, pues no había sistema en el banco, por lo que decidió ir a cenar a un puesto de comida en una calle llena de bares y estruendosa música. Al terminar, vio a una mujer sentada con su hijo en la acera, se acercó a ella y le entregó todo el dinero que le quedaba.
Al regresar al hotel se percató de que había olvidado el celular. Volvió al puesto ambulante, la dueña le entregó su equipo y el empresario vio una imagen que lo conmovió: la mujer a la que había ayudado minutos antes le compraba dulces a su bebé. “Fue impresionante ver sus caras de felicidad, me sentí emocionado de haber logrado eso. Me fui llorando a mi hotel y pensaba que eso no podía quedar así”, cuenta el filántropo.
Al día siguiente las buscó y hasta hoy, a través de un amigo, se encarga de darles un techo y asistencia, y hasta se comunican por videollamada.
Al regresar a su país obtuvo un buen contrato y sintió que Alá lo recompensaba y encomendaba una misión: ayudar al prójimo. Desde entonces, cuenta, ha asistido a niños de su país, así como de Egipto, Siria, Irak, Londres, México y Perú, donde el pasado 20 de mayo conoció a Víctor.
Llegar hasta él no fue nada fácil. Esta misión le fue encomendada a su abogado y socio, Gilberto Landa Zamora, a quien conoció de casualidad durante su visita a México en diciembre de 2018, cuando fue a ayudar a un orfanato y otorgó becas de estudios en el Reino de Bahréin a dos adolescentes. “En esta época, con un par de clicks puedes ubicar a alguien, pero ahora no fue sencillo. La búsqueda de Víctor tardó más de seis días...”, cuenta Gilberto.
ARDUA BÚSQUEDA

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Lo primero que hizo fue buscar la página web del colegio Ramiro Ñique, donde estudia Víctor. Envió un mensaje y nunca le respondieron. Llamó muchas veces al número telefónico que aparecía, pero no correspondía. Insistió tanto que recibió insultos del otro lado de la línea. Finalmente, el canal de una universidad local que había seguido el caso le brindó los datos y así se contactó con el director.
Pero ahí no acaba todo. Para llegar al Perú, el empresario árabe debía sacar una visa y como no hay embajada en su país, tuvo que viajar a Arabia Saudita para hacer el trámite. Su pasaporte, que debía ser visado en Lima, se lo devolvieron diez días después, retrasando algunos viajes de negocio.
Su socio en algún momento le pidió desistir, pero eso nunca estuvo en los planes de Yaqoob. Con todo listo, le esperaba un largo viaje de 28 horas sin contar las esperas para las escalas. Del Reino de Bahréin voló una hora a Dubái, luego de 8 horas tomó la conexión hacia Fort Lauderdale, Florida, (EE.UU.), en un viaje de 16 horas. De ahí cuatro horas más hacia México y luego otras seis para llegar a Lima y volar una hora más hasta Trujillo.
En el país ocurrieron algunos problemas sobre las formas de hacer la donación, pero fueron superados. ¿Lo volverías a hacer?, le preguntamos. Sí, fue la respuesta de Yaqoob, quien retornará a nuestro país este viernes para cumplir con sus promesas.