[Opinión] Pedro Lerner: “Compromiso empresarial para acelerar la descarbonización en el Perú”

A nivel mundial, muchas empresas ya consideran que apostar por la sostenibilidad y contrarrestar los efectos adversos del cambio climático puede traer un mayor beneficio para el crecimiento y rentabilidad de sus negocios; estas empresas han entendido que tendrán mayores probabilidades de éxito si su propósito genera valor para la sociedad.

El 12 de diciembre de 2015, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se firmó el Acuerdo de París con el objetivo de prevenir consecuencias sociales y ambientales adversas causadas por el calentamiento global. Desde entonces, diversas coaliciones e iniciativas promueven inversiones destinadas a reducir, neutralizar e incluso evitar las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar carbono neutralidad en el año 2050.

El cemento es el segundo material más consumido en el mundo, y su producción da origen al 7% de las emisiones globales de CO2. Ante esta realidad, desde 2018, la Asociación Global de Cemento y Concreto (GCCA en inglés) aglutina esfuerzos para la sostenibilidad de la industria, a través de una agenda climática concreta que permita reducir progresivamente la huella de carbono del sector hasta alcanzar la carbono neutralidad en el año 2050.

En el Perú, la hoja ruta de la industria del cemento hacia la carbono neutralidad en el año 2050 toma como referencia las emisiones del año 2014 equivalentes a 662 kg CO2/t de material cementicio y tiene como meta intermedia alcanzar 520 kg/t en el año 2030. En el año 2022, la huella de carbono del Grupo UNACEM asociada a la producción de cemento fue de 612 kg/t, habiendo asumido el compromiso público de reducirla a 500 kg CO2/t en 2030 y alcanzar la carbono neutralidad en 2050. Dichos compromisos comprenden el monitoreo y reporte de avances respecto de estas metas.

Las posibilidades de limitar el calentamiento global, y de evitar los consecuentes cambios en el clima con efectos sustancialmente adversos, dependen en última instancia de la velocidad a la que podamos transitar hacia una economía en la cual los sistemas de producción generen riqueza para atender las necesidades de las personas y del planeta sin incrementar el contenido neto de CO2 en la atmósfera. El sector empresarial tiene una nueva oportunidad de demostrar que, a pesar de las dificultades, cumple un rol fundamental para la construcción de un mundo sostenible.