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[OPINIÓN] Carlos Parodi: “¿Cómo influye la turbulencia política sobre la economía?”

“Los congresistas son los intermediarios entre la población y quienes deciden. Este escenario ideal funciona mejor cuando existen partidos políticos sólidos”.

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Fecha Actualización
Perú parece vivir en una turbulencia política permanente. Seis presidentes en seis años. En 2017 renunció PPK y lo sucedió Vizcarra, quien cerró el Congreso; luego, el nuevo Congreso lo vacó para que lo suceda Merino, quien solo duró cinco días en el cargo. Siguió Sagasti hasta que fue elegido Pedro Castillo, quien intentó un golpe de Estado el 7 de diciembre de 2022 y fue arrestado, lo que dejó en el cargo a su vicepresidenta Dina Boluarte, que, en teoría, debería estar hasta 2026.
La población está frustrada. La clave está en que la mayoría no siente en su vida diaria los beneficios del crecimiento económico. No observan mejoras significativas en educación, salud, seguridad, infraestructura rural, etc.   Sin embargo, ¿quiénes toman las decisiones al respecto? Desde luego, lo que llamamos la clase política, es decir, ministros, congresistas, funcionarios, organizaciones políticas, entre otros. ¿Por qué no toman las decisiones que la ciudadanía considera adecuadas?
La relación entre economía y política tiene una doble causalidad; por un lado, si la economía no va bien, los políticos que dirigen el país aparecen como los primeros culpables porque no tomaron decisiones correctas, o si lo hicieron, fueron erradas; por otro, si la economía va bien, es natural esperar que vaya bien para las grandes mayorías y eso está relacionado con reformas claves en los servicios básicos, como educación y salud. Si las instituciones políticas no funcionan, entonces estamos lejos de legislar en torno de reformas claves. Existen dos escenarios para implementar reformas: a través del consenso o de manera vertical. El primer camino es más largo, pero conduce a resultados más sostenibles y es el mecanismo normal de las democracias representativas. El segundo tiende a ocurrir en gobiernos con características autoritarias.
La democracia es el gobierno del pueblo, pero, como todos no pueden gobernar, los ciudadanos eligen a algunos de ellos para que los representen, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Congreso. Muchas veces ocurre que la clase política olvida dos cosas: por un lado, que representa a todos, por lo que no puede decidir lo que se le antoje; por otro, cuando cualquier persona paga impuestos, financia los ingresos de los representantes. En otras palabras, los congresistas o representantes son los intermediarios entre la población y quienes deciden. Este escenario ideal funciona mejor cuando existen partidos políticos sólidos, de alcance nacional, que canalicen las demandas de los ciudadanos, algo inexistente en el caso peruano. El problema es que, cuando no funciona, se abre el camino a regímenes autoritarios.
Ahora bien, ¿se cumple el escenario ideal en el Perú? Mi opinión es que no y una prueba de ello son los bajos niveles de aprobación, tanto de congresistas como clase política en general. En términos simples, los ciudadanos no se sienten representados por quienes eligieron. Lo que observamos es que no saben cómo lograr consensos (cada uno ve su propio interés), promesas sin medir las consecuencias y solo con un afán electoral, escándalos de corrupción que hacen que los congresistas pasen el tiempo fiscalizándose unos a otros en lugar de discutir leyes a favor del desarrollo del país, etc. Y eso tiene un impacto sobre la economía.
Por un lado, no avanzan las reformas, pues ni siquiera se discuten y es sabido que un país que no invierte bien en su propio capital humano no tiene posibilidades de sostener el crecimiento futuro; por otro, la economía crece menos de lo que podría crecer, pues la incertidumbre y la sensación de caos generan que se posterguen inversiones nacionales y extranjeras.  La política no está divorciada de la economía, aunque parezca que sí.
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