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Ante la Cumbre del Cambio Climático
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Estamos a escasos días de que se inicie en Madrid la que puede ser la cumbre sobre cambio climático más compleja y más decepcionante. Le preceden malos augurios. Uno, la situación política en Chile, causa del cambio de organizador. Dos, que los EE.UU. hayan iniciado el proceso para abandonar el Pacto de París.
EE.UU. y China son los dos países que más contaminan el mundo. La India –otra mala noticia– lucha por subir en el ranking. Ya va por el tercer puesto.
La importancia de esta cumbre, que arrancará el 2 de diciembre, es que allí se decidirá la adopción de medidas que contribuyan a frenar el calentamiento global. Hay que rebajar aunque sea un solo grado.
Los científicos se desgañitan proponiendo soluciones. Una octogenaria Jane Fonda sigue el ejemplo de Greta Thunberg y aparece regularmente en las puertas del Congreso norteamericano para denunciar la situación.
El cambio climático que se nos avecina o, mejor dicho, que está ya sobre nuestras cabezas afecta a todos. Destruye ecosistemas; deshace glaciares; y, cómo no, incide en la vida del ser humano. La “migración climática” ya es objeto de estudio y son millones los que abandonan su hogar porque el cambio climático les privó de su medio de vida.
Ante ello, las acciones individuales son interesantes, pero no son suficientes para salvar al planeta. De alguna forma se debe regular el increíble ratio de 100 compañías responsables del 71% de las emisiones que contribuyen al calentamiento. Requerimos de la acción coordinada de los gobiernos. Fuera Trump y vivan las Jane, Greta, jóvenes, viejos y todas las personas de buena voluntad que comprenden que no hay tiempo para perder, ni planeta B al que huir.
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