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Ecuador: ¿Qué hay de las masacres ocurridas en los últimos meses en la prisión de Guayaquil? [Informe especial]

Ecuador: ¿Qué hay de las masacres ocurridas en los últimos meses en la prisión de Guayaquil? [Informe especial]

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Fecha Actualización
Por: Pablo Vilcachagua/ Karerina Bayona
Las autoridades penitenciarias de Ecuador ya sabían que algo se cocinaba en la Penitenciaría del Litoral. Las señales no podían ser más claras. La madrugada del viernes 12 de noviembre la Policía había detenido a tres hombres a la entrada del recinto penitenciario. Ellos habían intentado introducir a la prisión dos fusiles, cinco pistolas, tres granadas y cientos de cartuchos y hasta barras de dinamita. Arsenal suficiente para desatar una guerra.
La policía decomisó el armamento. Pero a las pocas horas confirmarían lo insospechado (aunque dentro de la cárcel todos ya estaban enterados): los tres detenidos eran en realidad internos que habían salido de la cárcel con el fin de abastecerse de armas. Pertenecían a alguna de las violentas bandas que operan dentro del recinto. Se estaban preparando para algo mayor.
Esa noche ocurría la masacre: 68 internos terminarían muertos.
El INFIERNO
Ecuador sufrió el pasado fin de semana una nueva matanza. El recinto fue la Penitenciaría del Litoral, el mismo penal en Guayaquil donde en septiembre otra batalla entre reos dejó 119 fallecidos. Pero las cifras son más espeluznantes. En lo que va del año se han registrado 324 reclusos fallecidos en enfrentamientos y motines carcelarios en todo el país.
Las masacres ocurridas en el Litoral fueron devastadoras. Los agentes encontraron cadáveres tiroteados, mutilados y hasta decapitados. La matanza ocurrida en la noche del viernes 12 se extendió hasta las primeras horas del sábado 13. Se hallaron rastros de explosiones y dinamita. Los reos usaron los explosivos para derrumbar paredes y trasladarse entre los pabellones.
La disputa fue ocasionada por internos pertenecientes a bandas relacionadas con el narcotráfico local e internacional. Fue una lucha de poder. Esta vez el objetivo fue el pabellón 2 (con 700 internos). Pablo Arosemena, gobernador del Guayas —cuya capital es Guayaquil— indicó que el ataque buscaba asesinar a todos los de este pabellón, el cual se quedó sin líder hace unos días.
“Ya no nos enfrentamos a la delincuencia común sino a los más grandes carteles de la droga del mundo”, dijo un impávido presidente Guillermo Lasso tras las masacres.
DETRÁS DEL CRIMEN
El gobierno ha indicado que los dos carteles más grandes de México están detrás de esta guerra de bandos en las cárceles. Serían los encargados de proveer dinero y armas a los grupos asociados con ellos. Los protagonistas locales serían Los Choneros –nombre de la pandilla que alguna vez fue la más grande de Ecuador– y sus rivales, como los Lobos, Tiguerones, Chone Killers y los Lagartos. Sin embargo, la Policía no ha sido capaz de señalar qué grupo fue el que organizó el ataque en la cárcel. Por lo pronto, manejan la teoría de que el Cartel de Sinaloa de México estaría apoyando a Los Choneros y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), a sus rivales.
¿Por qué Ecuador? El país sudamericano se ha convertido en los últimos años en una apetitosa sede para el tránsito de drogas. El portal especializado Insight Crime describe al país como “la autopista de la cocaína hacia EE.UU. y Europa”. Según fuentes de antinarcóticos citadas por el portal, como resultado de los cambios de estrategia de los narcotraficantes colombianos, “más de un tercio de la creciente producción de cocaína en Colombia llega actualmente a Ecuador”. Tan solo en el 2020 la Policía decomisó 128.8 toneladas de droga.
El puerto de Guayaquil es una zona fundamental y la ruta de partida hacia otros países. Es por ello que los grandes carteles mexicanos buscan aliados en Ecuador.
SIN CONTROL
Pero la violencia en las cárceles ha crecido a la par con la inoperancia del Estado, que no ha podido tomar el control total de las cárceles hasta el día de hoy. Así lo señala el periodista Santiago Aguilar, reportero de radio La Calle de Guayaquil. “En Ecuador, quien tiene hasta las llaves de las cárceles son los reos. La policía no puede entrar a todos los pabellones. Se han visto espacios donde los reos tienen hasta piscinas”, relata el reportero, quien cubrió las masacres. “Hay todo un sistema que está corrompido, el sistema de justicia inoperante, la policía que está coludida evidentemente con las mafias o extorsionadores (…) y las autoridades que ni siquiera logran controlar un espacio de dos kilómetros cuadrados”, agrega, conmovido.
Tras la masacre ocurrida el fin de semana, el gobierno del presidente Lasso –quien asumió este año– aceptó la renuncia del Jefe del Comando Conjunto de las FF.AA. y del director del organismo a cargo de las prisiones, Bolívar Garzón. Pero Lasso sigue siendo el centro de las críticas. El mandatario, tras la primera masacre ocurrida en septiembre, declaró estado de excepción (militarización de calles, excepto el interior de las cárceles en todo Ecuador por treinta días). A pesar de este escenario, los reos no tuvieron problema alguno para realizar la matanza del viernes pasado.
La politóloga ecuatoriana Rebeca Morla coincide en que el Estado ha perdido el control total de los centros penitenciarios. “Los ecuatorianos con asombro vemos que los internos tienen un armamento mucho más fuerte que el del Estado, con lo que pueden destrozar lo que sea, han demolido paredes, han derrumbado pabellones enteros, destruyeron la infraestructura. Los mismos internos transmiten desde las cárceles las masacres, en la última masacre uno de los reos transmitió en vivo”, cuenta.
Si bien Lasso recibió esta crisis penitenciaria como herencia, Morla señala que “no puede seguir culpando a gobiernos anteriores”. “Cada muerte es responsabilidad del Estado y este tiene que responder a sus familiares. Recordemos que en la última masacre, la mayoría de víctimas no tenía sentencia ejecutoriada y ya tenían su boleta de salida de la cárcel”, indica la consultora.
Ecuador afronta un problema gravísimo. Según Insight Crime en solo dos años, el país ha pasado de tener un sistema penitenciario con niveles medios de violencia a presenciar las peores masacres carcelarias de América Latina. Y todo indica que el gobierno no está preparado para apagar este infierno.
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