Adolescente secuestró a Camila, la violó y mató en una casa, se cambió de ropa, se deshizo del cuerpo y siguió con su vida

Camila se cayó de una de las escaleras del asentamiento humano Bellavista. Y fue ese el momento en el que M.F.A. la jaló, la cargó, se la llevó, la secuestró, tal como lo registraron las cámaras de seguridad de una tienda cercana a la casa en la que se encontraban las niñas y que se han convertido en imágenes de terror.

El llamado monstruo adolescente se la llevó a una primera vivienda, donde la violó y la asesinó con la parte metálica de un pico. “Tenía esa herramienta pues su familia invadía terrenos en la zona”, nos aseguró una fuente cercana a la investigación.

Metió el cuerpo en un costal, salió de la vivienda y fue hasta el sector conocido como La Mina –una zona de difícil acceso–, donde arrojó el cadáver. Luego se fue a otra casa, donde se cambió de ropa y escondió la que llevaba puesta al momento del crimen.

Se quedó un tiempo en Independencia, pero huyó al ver todo el despliegue policial. Cerca de 300 efectivos lo buscaron casa por casa y en los cerros. Hasta se usaron drones y un helicóptero.

El menor, sin embargo, se fue al Mercado de Frutas de La Victoria, donde permaneció oculto hasta la noche del miércoles, en el que fue detenido por la Policía. Ya confesó su crimen. Dice que actuó solo. A la Dirincri se le dificultó su búsqueda pues no podían difundir su foto, por tratarse de un menor de edad.

El psiquiatra Carlos Bromley consideró que el crimen de Camila “es un hecho aberrante y abominable”, pero no se puede dar un diagnóstico sobre la personalidad del asesino, debido a que se trata de un menor de 15 años. “Se puede definir que estaba en una etapa crítica de desarrollo de la existencia, que es la adolescencia. Lo más probable es que haya estado formando su personalidad en un escenario carente de valores, empatía, solidaridad, inseguro y violento”, dijo a Perú21.

Sostuvo, también, que el hecho de que el adolescente haya continuado su vida con normalidad, trabajando como estibador, es una característica de que su sentimiento de arrepentimiento no es sólido.

Su reinserción a la sociedad, dependerá, añadió, del tratamiento que reciba en el correccional. Por su parte, Mirella Huamán afirmó que ya no se siente culpable por la muerte de su hija, pero reconoció que fue un error haber dejado a sus dos pequeñas al cuidado de una menor de solo 9 años.