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Casacor Perú 2024: Una mirada cromática por American Colors

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Las columnas de Casacor

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Situémonos a mediados de los años noventa en Lima. Algo de locura hay que tener para aventurarse a organizar un evento que reúna a los mejores diseñadores, arquitectos y decoradores del país. Locura porque, si bien aparecían pequeñas señales de despegue económico, la sensación era más de incertidumbre que de prosperidad. Sin embargo, en 1996 tres socias y amigas: Verónica Torres de Haaker, Anita y Elena Benavides creyeron que un evento de este tipo era tan necesario como posible. Inició así la titánica tarea de formar la franquicia local de Casacor.
Una mansión victoriana y miraflorina fue la sede de la primera muestra. Desde entonces Casacor Perú se ha presentado en palacetes, un fuerte del Ejército, un museo y un puericultorio. Más de mil ambientes en una treintena de casonas y edificios de Lima y el Callao. Es que la idea no es solo exponer, sino restaurar, hacer posible que diversos monumentos históricos recuperen valor. Ese quizás es el corazón de la muestra. Su razón de ser.
Verónica y Elena continúan al frente. Son los dos pilares detrás de este evento que dura siete semanas, pero que es pensado por un año entero, en un bucle artístico dedicado a la reinvención e innovación, en donde en cada edición se gana más vitalidad. Veintinueve años después son cientos los arquitectos, ingenieros, artistas plásticos, paisajistas y diseñadores que han pasado por Casacor Perú. La muestra está más vigente que nunca y ha llegado este 2024 para recordarnos que el ahora es un regalo. Un presente a todo color. Adelante.
Casacor 2024 está ubicado en la avenida del Ejército 750, en el distrito de Magdalena del Mar. La muestra cuenta con un circuito de más de 16,000 metros cuadrados.

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El jardín para el Centro Ann Sullivan

“El regalo como acto de generosidad, amor, gratitud, deleite, objeto del deseo o placer culposo”. Inspirado en el “El Jardín de las Delicias” del pintor Jheronimus Bosh, ‘El Bosco’, este espacio es también un regalo de color para los visitantes. Fue diseñado por Flavia Meléndez y Kathya Zevallos. La pintura, a cargo de American Colors.
La tienda boutique de inspiración Mid-Century alberga piezas de diseño y lienzos llenos de color, aromas e imágenes. Y todo para un noble fin: ayudar al Centro Ann Sullivan, organización sin fines de lucro que contribuye a mejorar la vida de las personas con habilidades diferentes como autismo, síndrome de Down, parálisis cerebral, entre otros problemas de desarrollo.

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Estallidos de colores

Una guardería, una sala y un comedor. Lienzos para festejar y transformar con pinturas.
Un sol puede caber en una habitación. Así lo demuestra la propuesta de Cinthya Arana y Nube Alfaro “Donde habitan los sueños” (arriba). Helena y Julio, dos niños del futuro emprenden un viaje en el tiempo a través de los sueños. ¿Qué encuentran? Una realidad colorida, donde tonos neutros se combinan con entramados misteriosos. En las paredes ondas, cerros y plantas esconden seres mágicamente divertidos. Una guardería es una fiesta del color, mientras el sol no deja de sonreír.
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Un “Allegro” (izquierda) es una terminación musical y también es el nombre que recibe la sinfonía de colores diseñada por Ignacio Martínez para Casacor. Aquí encontramos la armonía perfecta entre el ritmo apresurado de nuestra existencia y la serena contemplación de su esplendor. Una parada visual para alegrar nuestros sentidos. Los ojos, principalmente, lo agradecerán.
Y por último, “Huellas Naturales” (derecha), pensado por Luis Escobar y Nicole Prutsky, nos dejan este comedor que regala luces y colores perfectamente balanceados alrededor. Una especie de santuario donde se respira lo natural y moderno.
El color festeja, orgulloso. El miedo a usarlo se ha esfumado y estos tres espacios lo demuestran, todos pintados con pinturas de American Colors.

La mente de la arquitecta

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Responde Johanna Dreyfus, arquitecta de interiores a cargo de “El estudio de la interiorista”.
¿Cómo llegó la propuesta de participar en Casacor este 2024?
De sorpresa. Recibí la llamada de Julio Pérez Novoa, quien me dijo que había sido seleccionada por American Colors para participar con ellos este año. Estoy muy emocionada de poder participar este año con un espacio empresarial.
¿Qué significa Casacor para un artista?
Para mí es una gran vitrina de exhibición, de todo lo que puedes lograr como diseñador, como arquitecto. Pero también es un espacio donde uno puede ser totalmente libre. Puedo tomarme la libertad de proponer y no tener solamente un lineamiento, por ejemplo, de un cliente en específico que quiere algo para su casa o para un negocio. Aquí puedo plasmar cosas que a mí me gusta tener. Y a mí me gusta atreverme. El año pasado participé con dos espacios pequeños, que también tenían bastante propuesta de color. Pero este año junto a American Colors hemos querido hacer una explosión de color.
Antes de continuar. ¿Cómo te decides por la arquitectura de interiores?
Desde muy niña yo sabía que me gustaba decorar, mover, innovar. Movía siempre las cosas en mi cuarto, la cama, la ubicación, pintaba las paredes. Entonces, ya por ahí teníamos un indicio de que podía gustarme la arquitectura de interiores. Pero ya fue cuando me metí a cursos donde pude saber que este era mi mundo. Desde el día uno conecté con la carrera. Siempre he estado relacionada con el tema del diseño y la decoración es algo que no lo veo como un trabajo, sino como una pasión.
¿Cómo viene evolucionando el interés por el diseño de interiores?
Se está valorando muchísimo más, estamos teniendo más acogida con respecto a clientes que quieren tener espacios que puedan disfrutar. Cuando uno llega a la casa lo que quiere es llegar a un espacio donde te sientas en confort, en armonía, un espacio que te genere las sensaciones que quieres que te generen. No todos buscan llegar a un espacio neutro. Hay personas que sienten confort con distintos elementos o aplicaciones de colores.
¿La pandemia influyó en este cambio de pensamiento?
Por supuesto. Aprendimos a darle esa importancia y valor a los espacios personales. No solo es tener linda el área social, sino también la habitación, la cocina, diferentes espacios donde pasamos nuestro tiempo. Todo eso repercute en nuestro estado de ánimo. Es un tema psicológico, también.
¿Cómo nace “El estudio de la interiorista”?
Al principio no estaba segura en ponerle ese nombre porque, obviamente, iban a relacionar con que era mi espacio; pero no vi mejor manera de plasmar y tener al alcance tantos materiales, juegos de colores. Entonces dije qué mejor manera de plasmar mi propio estudio, donde manejo paletas de colores, materiales, texturas.
¿Y la armonía entre colores cómo se consigue?
Fue un gran reto, tuvimos que estudiar el balance de colores. Era importante transmitirles a las personas que no hay que tenerle miedo al color, ya que bien aplicado no llega a saturar. Por ejemplo, en el casco del espacio no usamos colores tan fuertes, sino más texturas a través de la técnica limewash. Y también hemos intervenido el techo. Entonces, ya teniendo esta estructura, hemos distribuido estratégicamente los puntos focales y a la vez hemos focalizado un elemento central superllamativo, que es esta división. Fue inspirado en la acción de abrir una pantonera, por eso el degradé.
¿Cuánto tiempo tomó la concepción y realización del proyecto?
Hemos trabajado aproximadamente dos meses.
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¿Cómo has percibido la recepción?
Ha sido muy bonita, De hecho, han llegado estudiantes y se sentían totalmente identificados. Sentían que este era su estudio soñado. Y también las demás personas, que identificaban elementos. Por ejemplo, había unas señoras a las que les llamaba muchísimo la atención las texturas de las paredes, pensaban que era un empapelado y les decíamos que no, que eso lo podemos trabajar en las paredes, que eso se puede lograr con pintura.
El estudio soñado. ¿Cuánto ayuda un espacio como este a la generación de ideas?
Este espacio también representa mi proceso creativo. Subdividí esto en tres ambientes. Uno es “Origen”, que vendría a ser mi oficina, donde recibo a los clientes, donde escucho cuáles son sus necesidades para sus locales comerciales, sus departamentos o casas. Luego viene el segundo espacio, “Inmersión, donde se visualiza más el proceso creativo. En mi escritorio tengo todas las muestras, las empiezo a combinar, abro revistas de inspiración y en todo ese caos yo voy teniendo las respuestas sobre lo que quiero plasmar en los ambientes. El tercer ambiente, “Resiliencia”, sería ya un espacio donde me relajo y me siento a apreciar lo que se ha creado.
Me dijiste que no hay que tenerle miedo al color. ¿Por qué?
Tienen un significado, tienden a generar emociones. Los tonos pueden generar sensaciones o pueden aportarte mejoras en tus estados de ánimo, en la concentración. Nos hemos acostumbrado a que nos entregan el departamento en un blanco tradicional y muchas veces las personas solamente empiezan a llenarlo con sus muebles, pero no se dan cuenta de todo lo que el color puede aportar, cómo puede cambiar el ambiente. Lucho un poco porque no siempre tengo la aprobación del cliente sobre la introducción de colores. Entonces lo voy haciendo muy de a poco. A veces hay clientes mucho más tradicionales, entonces intento introducir un poco el color, porque para mí el color es vida.

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Interior a todo color

Explorando el espacio del “Estudio de la Interiorista” de American Colors.
¿Es posible que una explosión termine en una armonía para los ojos? “El estudio de la interiorista” demuestra que sí. Un lienzo en blanco se ha convertido en un espacio que rinde homenaje al color. Rojos, amarillos, azules y todas las mezclas y tonos imaginables. El proyecto estuvo a cargo de la arquitecta Johanna Dreyffus, quien pretendió plasmar cómo se vería un estudio de ensueño. Tres espacios: origen, inmersión y resiliencia o las tres etapas de la realización de un proyecto. La artista logra otorgarle a cada rincón una paleta.

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Ruraq Maki: Herencia, tradición y color

La arquitectura ceremonial diseñada por los arquitectos Viviana Velarde y Gianfranco Loli.

Ingresar al espacio de Ruraq Maki en Casacor es lo más parecido a entrar a un centro ceremonial. Una especie de huacas aguardan al visitante en la sala principal. Están construidas con ladrillos de adobe, ordenados de tal forma que todos mantienen la misma altura. La superficie es el espacio para lo hecho a mano. Para que todo se luzca. Los saberes ancestrales de más de 40 colectivos de artistas tradicionales de 15 regiones del país iluminan y dan color a este espacio. No solo se trata de una tienda de artesanías y arte ancestral. Es, ante todo, un lugar para contemplar.
Entre las artesanas está Irma Poma Canchumani, del valle del Mantaro (Junín), quien presenta sus trabajos de mate burilado. Este arte fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2013. También se lucen los juguetes en madera de Rafael Castrillón, de Lima. La pintura tradicional de la artista shipibo-konibo Lastenia Canayo también ocupa un lugar en la sala. Otro expositor destacado es Yuri Ordóñez Jiménez, natural de Cusco, quien cultiva la tradición de elaborar las máscaras de Paucartambo. Esta manifestación fue declarada Patrimonio de la Nación en 2018. Por otro lado, los tejidos de la cusqueña Maruja Bustamante compiten en armonía con las tablas del ayacuchano Pompeyo Berrocal.
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El segundo es un espacio conceptual que recuerda la riqueza del arte popular y muestra las posibilidades de contraste entre lo tradicional y lo moderno. Un enorme comedor aguarda bajo una iluminación moderna. Artesanías como retablos y toros de Pucará aguardan vistosos a los costados.
Es la primera vez que Ruraq Maki, consolidada ya como la iniciativa estatal más importante de comercialización de artesanías y arte tradicional, se alza en Casacor. Los arquitectos Viviana Velarde y Gianfranco Loli tuvieron la tarea de diseñar el espacio bajo la premisa de salvaguardar la ancestralidad, herencia, tradición y color. Lo hicieron maravillosamente bien. El lugar está hecho a la medida.

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Bar Hotel Boutique: Descanso a la vista

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Hostelería y restauración bebible según la interpretación de los arquitectos Luciana Cuneo y Luis Pedro Díaz de Rávago (Objeto).

El momento es más o menos así: caminando por el Hotel Boutique, entre espacios de arte, arquitectura y diseño aparece una parada. Una especie de oasis colorido. Trae todo lo anterior pero también algo más: la sensación de descanso. Unas mesas acompañadas de sillones nos invitan a relajarnos. Se respira elegancia y eso que conocemos como vintage. Las luces tenues nos direccionan a algo mayor. Al frente, como si de un escenario se tratara, aparece la barra, el lugar donde esos alquimistas modernos están a la orden de los pedidos. El Bar Hotel Boutique en Casacor es una de las novedades de este año. Y cumple con todo.
“Fuimos invitados para formar parte de Casacor y también nos ofrecieron contactar al bar de la Sastrería Martínez para realizar un espacio que funcione, que esté operativo como un bar”, cuenta Luis Díaz de Rávago, arquitecto a cargo del diseño junto a la también arquitecta Luciana Cuneo.
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En el Bar Hotel Boutique el tiempo está detenido. Retroceder un siglo de pronto ha resultado lúdico. Pequeños detalles como maniquíes y telas sueltas nos refieren a la Sastrería Martínez, mientras la barra se presta también como un espacio para deambular por si acaso nos cansamos de estar cómodos.
“El reto en este espacio entonces fue no hacer un copy - paste de la Sastrería Martínez, pero tampoco perder su elegancia. Se propuso algo más lúdico, quisimos romper proponiendo un verde en las paredes. Le pusimos persianas al espacio. También parte del mood es que no haya mucha luz, que esta sea superindirecta. Se buscaron butacas y muebles supercómodos. La diferencia con la Sastrería es que incorporamos más metal y aluminio como acabado, igual de vintage, pero con un toque diferente”, explica Díaz de Rávago, del estudio Objeto.
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