'Whiplash': ¿Loa al arte o al éxito personal?

'Whiplash' es ese tipo de película que solo llega al Perú gracias a sus nominaciones al Oscar. No tiene actores famosos ni efectos especiales, tampoco cuenta con el apoyo de un poderoso estudio que asegure su distribución internacional.

Y, sin embargo, es un absoluto crowd-pleaser, un drama competitivo ambientado en el mundo del jazz que seduce al público con su energía musical y con un conflicto simple y directo: el joven pupilo hará todo lo que esté a su alcance con el fin de ganarse la aprobación de su temido maestro.

['Whiplash' y 10 datos de esta cinta con 5 nominaciones a los Premios Oscar 2015]

No hacen falta muchos más elementos para sacar adelante esta historia de obsesión artística y búsqueda por la perfección. Andrew Neiman (Miles Teller) solo necesitará practicar la batería hasta que sus manos sangren, hasta encontrar el ansiado ritmo que lo convierta en el mejor músico del conservatorio. Siempre alentaremos al underdog, al competidor más joven e inocente, al que viene por detrás y remonta todos los pronósticos en su contra.

En la mejor tradición del género deportivo –estamos más cerca de Rocky (1976) que de Bird (1988)–, la prueba final es una catarsis colectiva para todos en la sala. Quizá el más grande mérito de Whiplash sea la energía y convicción que destilan sus imágenes, dos cualidades que son raras de encontrar en los filmes del Hollywood actual.

La tensión, el suspenso y la exigencia de los ensayos son espléndidamente evocados por el director-guionista Damien Chazelle, quien debutó en el cine con Guy and Madeline on a Park Bench (2009), también relacionada con la escena jazzística.

Whiplash deja tan buena impresión que dan ganas de descubrir aquel trabajo anterior. Pero también somos conscientes de sus limitaciones. Por más atractiva y dinámica que sea la puesta en escena, son visibles los esfuerzos por inflar la narración (las escenas de la vida privada de Andrew son algo anodinas) y cierta comodidad por no llegar al fondo del dilema moral que encierra ese duelo sádico entre Andrew y su instructor (J.K. Simmons en el rol más espectacular de su carrera). ¿Finalmente es una loa al arte o al éxito personal?

SABÍA QUE

Por Claudio Cordero – Crítico de cine