La historia completa de Sergio Vieira de Mello, el diplomático brasileño que inspiró serie de Netflix

El pasado 17 de abril, Netflix estrenó “Sergio”, un filme biográfico que retrata la vida del diplomático de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Sergio Vieira de Mello, quien murió en agosto de 2003 en un atentado a su despacho en Irak, país donde cumplía una misión.

La película está protagonizada por los actores Wagner Moura y Ana de Armas, además de contar con la dirección de Greg Barker, cineasta y productor estadounidense.

Debido a que la vida de este personaje ya fue objeto de una semblanza el año 2009, la cual también estuvo dirigida por Barker, les contamos la historia completa del diplomático brasileño que inspiró a la plataforma de streaming.

Sergio Vieira de Mello falleció a los 54 años, junto a otros 21 funcionarios de las Naciones Unidas, tras ser víctima de un ataque terrorista a la sede de la ONU en Irak.

Aquel 19 de agosto de 2003 fue un día triste para esta organización internacional y para todos lo que creen que la paz se podía lograr con el diálogo.

El diplomático brasileño era considerado carismático, políglota, bien educado, aventurero y muy creyente en la pacificación de todo el mundo.

Sergio Vieira de Mello nació el 15 de marzo de 1948 en Río de Janeiro, Brasil. Estudió Filosofía en la Universidad de París (Sorbona), donde obtuvo su licenciatura en 1969 y posteriormente un doctorado en Ciencias Humanas y Letras el año 1985. Hablaba fluidamente en inglés, español, italiano y francés, además de portugués, su lengua materna.

Durante 34 años trabajó con la ONU. Su incorporación a este organismo se produjo en 1969, en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Ginebra, siendo posteriormente destinado a Bangladés durante su independencia en 1971.

A partir de ahí empezó su labor para trabajar por diversas naciones. En 1974 laboró con refugiados durante la invasión de Chipre por Turquía, tres años en Mozambique durante la guerra civil que siguió a la independencia de este país de Portugal en 1975, y tres más en el Perú.

Vieira de Mello llegó a ser consejero político de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano entre 1981 y 1983, para posteriormente retornar al ACNUR, desempeñándose por una década en su oficina principal ubicada en Ginebra.

Cuando se inició los años 90 estuvo involucrado en la limpieza de minas en Camboya y luego en Yugoslavia. Después fue enviado a trabajar en la crisis de los refugiados en África central, por lo que fue nombrado asistente del Alto Comisionado para los Refugiados en 1996 y, dos años después, vicesecretario general de Naciones Unidas, por lo que nuevamente fue enviado especial de Naciones Unidas en Kosovo tras el fin del control serbio de esta exprovincia yugoslava en 1999.

Entre diciembre de 1999 a mayo de 2002 fue el administrador provisional de Naciones Unidas en Timor Oriental, motivo por el cual tuvo que ir a la excolonia portuguesa, hasta entonces ocupada por Indonesia. También fue representante especial en Kosovo por dos meses y coordinador de las operaciones humanitarias en el cuartel general de las Naciones Unidas.

El año 2002 fue designado Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y en mayo de 2003 fue nombrado Representante Especial de Naciones Unidas en Irak, al cual debía ir en un principio por cuatro meses.

Mientras el diplomático brasileño se encontraba trabajando en su despacho, una bomba explotó en el Hotel Canal. Él junto a sus 21 colegas dejaron de existir tras el atentado contra las oficinas de la ONU en Bagdad, en Iraq, en el 19 de agosto de 2003.

Él fue sepultado en el Cementerio de los Reyes en Ginebra, cementerio reservado a personalidades de la ciudad que hicieron historia internacionalmente.

Sergio Vieira de Mello había sido mencionado como posible candidato a la sucesión de Kofi Annan, entonces secretario general de las Naciones Unidas. Tras su deceso se declaró luto oficial en diversos países como Brasil, Timor Oriental, Portugal y Camboya.

“Como dije en el momento de su trágica muerte, Sergio dedicó su vida profesional a los valores establecidos en la Carta de las Naciones Unidas. Nunca dudó en asumir tareas difíciles, incluso peligrosas. Llegaron víctimas de conflictos y desastres en todo el mundo conocerlo como alguien que entendía su difícil situación y sabía cómo entregar resultados a pesar de los enormes obstáculos”, dijo Annan.

Prosiguió: “Esa efectividad siempre se combinó con una notable gracia y sensibilidad. No podemos aceptar que toda su brillantez, su energía, su dedicación a su personal y su lealtad a los ideales de las Naciones Unidas se nos hayan quitado abruptamente. Es por esta razón que les recomiendo calurosamente el trabajo de esta Fundación que mantendrá vivo entre nosotros la memoria y la visión de Sergio”.