Imagine llegar al Aeropuerto Internacional El Alto, uno de los más antiguos y significativos de Bolivia, alrededor de las 4 de la madrugada (hora boliviana), pero sorprendentemente lo que más le llame la atención no sea el frío intenso a más de 4,000 metros sobre el nivel del mar, sino las largas filas de vehículos que se ven camino al centro de la ciudad de La Paz. Todos esos autos están esperando para ser abastecidos de combustible. Esta es la realidad que vive hoy el país vecino.
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Muchos peruanos, seguramente, recuerdan la experiencia vivida en los años 80, cuando tenían que esperar por largo tiempo para comprar alimentos o kerosene, aunque esa situación quedó en el pasado. Sin embargo, en La Paz, una de las principales ciudades de Bolivia, conocida por su moderno sistema de transporte público a través de los teleféricos, la crisis actual parece que, lejos de solucionarse, se agudiza. Cientos de conductores pasan la noche acampando en las estaciones de servicio, aguardando el suministro de combustible. Los que tienen suerte o logran informarse mediante aplicaciones suelen esperar de dos a tres horas, aunque la incertidumbre se ha vuelto una constante en su vida diaria.
A Bolivia, que ha pasado del “milagro boliviano” al “lamento boliviano”, la aquejan ahora profundas dificultades: un déficit fiscal equivalente al 11% del PIB, un crecimiento proyectado de apenas 1.5% para este año, una inflación cercana al 11.3% en 2024 y un tipo de cambio congelado en 6.9 bolivianos (aunque en el mercado paralelo llega a 11.9 bolivianos por dólar). Mientras el país enfrenta tensiones entre Evo Morales (hoy acusado de abuso sexual infantil) y su exministro de Economía, hoy presidente, Luis Arce, los ciudadanos exigen soluciones rápidas y efectivas. Pero estas no llegan.
Perú21 recogió testimonios de algunos bolivianos que enfrentan esta situación, no solo por los bloqueos de carreteras promovidos por seguidores de Morales, sino también por las consecuencias de un tipo de cambio regulado, la falta de un Banco Central independiente y una débil atracción de la inversión privada.
Susana (trabajadora): “Me siento triste porque no hay trabajo. Ya no nos alcanza el sueldo; para cocinar hay que hacer ajustes. Todo ha subido, algunas cosas hasta están el doble. El Gobierno tiene que pensar en nosotros y solucionar el problema”.
Fernando (taxista): “Todos los días hay que hacer dos horas de fila. Pagamos lo mismo por el combustible, pero perdemos tiempo en la cola. Ya ni las tarifas que ofrecemos son suficientes”.
Valentina (estudiante y trabajadora): “La inflación nos está afectando, principalmente a los jóvenes que estamos empezando. Yo incluso soy mamá y, si antes invertía 200 bolivianos a la semana en fruta, ahora son como 400. No sé de política, pero sí sé que necesitamos que los políticos tengan más empatía. Ellos son adinerados, pero son personas que están dentro de una burbuja de privilegio”.
Giovanna (trabajadora): “Está complicado todo, hay mucha preocupación. Falta que el Gobierno actúe, que se preocupe por la situación económica, de todo lo que hace falta”.
Jaime (trabajador y estudiante): “La situación está dura, difícil por el tema de la escasez de combustible. Diariamente, vemos alza de precios en las verduras. Por ahora yo sí consigo todo fácilmente, pero estoy viendo que de acá a un tiempo esto se puede complicar. Espero que puedan solucionar el problema, porque los bloqueos están generando en La Paz escasez de gasolina, de pollo, de carne”.
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PODER ADQUISITIVO
El analista boliviano José Gabriel Espinoza señaló que, en los últimos meses, el poder adquisitivo ha caído drásticamente, lo que se ve reflejado en los precios. “La canasta básica de productos como arroz, papa, tomate, cebolla, leche, mantequilla y proteínas ha tenido aumentos mensuales de entre el 10% y el 15%, lo que afecta especialmente a quienes tienen ingresos inestables en la economía informal”, explicó a este diario.
En ese sentido, añadió que gran parte del crecimiento que se tendrá en la región en el futuro se relaciona con la inversión privada y el desarrollo de las actividades de las familias y las empresas. Por ese motivo, señaló que uno de los errores es creer que es suficiente presionar al sector público.
Del mismo modo, recordó que en Bolivia el año pasado el déficit alcanzó los US$4,800 millones, de los cuales alrededor de US$2,000 millones estaban destinados al subsidio del combustible.
Para el excandidato a la vicepresidencia Gustavo Pedraza, si bien por años el expresidente Evo Morales se “jactó” de haber encontrado el “modelo del milagro boliviano”, este solo se basó en la exportación de materias primas.
“Cuando Evo Morales asumió la presidencia, Bolivia exportaba 8 millones de metros cúbicos de gas con un contrato exclusivo con Brasil, que estipulaba un aumento progresivo hasta alcanzar los 31 millones. En ese momento, el precio del millar de BTU (unidad térmica británica) era de US$3, y luego subió a US$11”, aseguró.
Actualmente, la productividad ha descendido, el país depende mucho de la importación, necesita más dólares. Y, mientras tanto, se agudiza la crisis política de cara a las elecciones generales en 2025.
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