Juan Francisco Raffo es un defensor y propulsor del libre comercio internacional. Fue presidente fundador de la Sociedad de Nacional de Comercio Exterior (ComexPerú). Ayudó a impulsar desde Comex los TLC. Fue el presidente del capítulo peruano del Consejo Consultivo Empresarial de APEC por 16 años. Jovial y bastante reflexivo, en esta entrevista explica la importancia de APEC para nuestro país.
Dentro de su trayectoria se le reconoce como defensor y propulsor del comercio exterior de Perú…
Más que del comercio exterior, soy defensor y propulsor del libre comercio exterior. La palabra “libre” es indispensable. Ha habido siempre mucha reticencia, en mi opinión muy explicable, aunque hoy cada vez es menor en el Perú, debido al temor de que el comercio exterior libre implique un riesgo tremendo de invasión de productos de los grandes países como Estados Unidos. Sin embargo, Estados Unidos ya no es el jugador predominante en este campo, rol que ahora desempeña China. Entonces, la gran satisfacción es que el Perú hoy día es un buen jugador en este mundo de libre comercio.
¿Por qué considera que el libre comercio es indispensable para el desarrollo económico?
Creo que es un poco de convicción teórica-académica. Es bien importante comprender que el libre comercio es el camino para brindar bienestar a nuestra población. Hay muchas maneras ficticias de brindar bienestar, pero al final terminan costando más caro. Hoy se ve, por ejemplo, iniciativas que rebasan nuestro casi entendimiento como la del puerto de Chancay. El puerto es una real introducción de lo que va a hacer o pretende hacer China en esta parte del continente, incluyendo no solo a Perú, sino también a Brasil, Chile y México. En mi opinión, esto representa un gran potencial para el Perú y el bienestar de los peruanos.
¿Por qué el puerto de Chancay representa un gran potencial para el Perú y el bienestar de los peruanos?
Actualmente, la población china llega a un poco más de 1,400 millones. Estamos hablando de 1,400 millones de consumidores de nuestros productos. Por otro lado, actualmente somos consumidores de productos chinos, nos vestimos con productos chinos y usamos productos chinos. Diría que esos son los vasos comunicantes que han permitido y están permitiendo que nos beneficiemos del libre comercio con China, para el cual se usará el puerto de Chancay.
En el pasado, el Perú y otras economías de la región adoptaron el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, ¿por qué no funcionó?
Mi opinión sobre ese modelo siempre ha sido muy negativa. Hoy los defensores de ese modelo ya no existen por los impactos negativos que generó. Por ello, cada vez hay menos presión y más entendimiento. Y lo que está cobrando más relevancia es el permanente análisis de las ventajas competitivas. Por ejemplo, a nadie en el mundo se le va a ocurrir competir con el Perú en anchoveta, porque nuestro país es número uno en pesca.
En la industria, que ha sido el campo de gran choque intelectual, ya se ve que el Perú tiene unas condiciones fabulosas de poder competir y pertenecer a este mundo de desarrollo competitivo y creo que este APEC 2024, el tercero organizado por nuestro país, permíteme vislumbrar que la cosa va a ir muy bien. Lástima que la coyuntura con Estados Unidos sea de un presidente que ya sabemos cuál es su posición. Sin embargo, creo que va a ser buena la lección para él, porque va a aprender lo que es el camino del libre comercio.
¿Cuáles son los principales hitos que hemos alcanzado como país por abrir nuestro mercado al mundo?
Como dije, la mejora del bienestar y el acceso a más y mejores productos para los peruanos. Casi el 99% de toda la tecnología que ingresa al país viene de economías APEC. Hablamos de todos los celulares, televisores, laptops, tablets que usamos para mejorar nuestra productividad y el 75% de bienes que consumimos como el trigo, en un contexto donde se rompió la cadena de suministro por la guerra en Ucrania. Nosotros estamos muy bien cubiertos con nuestra red de APEC, entonces esa tranquilidad y beneficio a los peruanos es invaluable.
Como anfitriones de APEC, ¿qué ganamos?
Lo que ganamos es extraordinario. No tengo las cifras exactas, pero, por ejemplo, en este momento los hoteles en el Perú están al 100% de ocupación. Eso no se ve así nomás. En segundo lugar, tenemos un equipo político bien débil, bien precario y ese mismo equipo ha tenido que vestirse, lavarse los dientes, ponerse corbata, es decir, ha tenido que interrelacionarse con estos otros monstruos que están en otro mundo del desarrollo. Eso permite lo que llamaría una ‘contaminación’ positiva, por no llamarla una educación maravillosa en el mundo del libre comercio y el mundo que nos va a llevar al bienestar, que es el objetivo.
Economías, que es el término que se usa en APEC, pero que al final son países como Brasil, que es nuestro vecino importantísimo, se están contaminando positivamente en forma inevitable. Ya dentro del Brasil se vive un torbellino de análisis, a veces, muy crítico, quejándose de la amenaza de las importaciones chinas y de la amenaza de la presencia norteamericana, que no es ninguna amenaza, sino que es parte de su progreso, porque están vistiéndose mejor, comiendo mejor, aprovechando oportunidades. Por ello, no es extraño ver a muchas empresas brasileñas vendiéndole productos a China, o al Perú, o a Chile, o a México, o a Estados Unidos. Ese es el objetivo básico que creo que se está cumpliendo bastante bien.
¿Cuál ha sido su rol en el Consejo Consultivo Empresarial (ABAC) de APEC?
Hay varias facetas. Un rol interno era pelear sin pelear. Pelear argumentando a veces es mucho más difícil que pelear a trompadas. A cabezazos uno gana o pierde y se acabó. En cambio, había que convencer a aquellos que aún eran escépticos, que felizmente hay menos, un poco por razones cronológicas y un poco también por todo lo que he comentado. Hoy APEC para el Perú es una época realmente de grandes desafíos, pero de mucha oportunidad y muy positivo.
¿Qué tan fácil fue para el Perú convencer al sector empresarial de abrir el mercado?
No fue fácil, pero hay que entender también los temores de un empresario, de dos o de 10 o de mil, que ponen sus empresas con el objetivo de producir algo y que, de repente, de China llegan productos similares a la mitad de precio, y con los avatares del contrabando y de la subvaluación y de todo lo demás, a un cuarto de precio. Eso es difícil de digerir, pero una vez digerido, poco a poco, el Perú se ha ido posicionando en forma excelente. Hoy día se ve que es un país que está usando sus ventajas en pesca, en minería, y aprovechando en lo que no somos tan fuertes para comprar. Esa es la ecuación básica.
Ya abrimos el mercado y como dice las empresas ya digirieron esta apertura, ¿qué hace falta para sacarle más provecho?
Tenemos que empoderar a nuestro sector privado, porque la apertura en general ha significado un poquito de castigo. Y así lo han visto muchos empresarios. De repente el castigo ya no es tan doloroso y se dan cuenta de que es mejor y ven oportunidades para asociarse con empresarios de otros países o vender a otros países. Es decir, empiezan a surgir las oportunidades. Creo que estamos en la etapa en que esas oportunidades tienen que consolidarse para ser fuertes y enfrentar el futuro que viene y ahí forman parte muy importante los gobiernos como el nuestro.
¿Dentro de su experiencia en ABAC, empresarios de países vecinos también han sido reticentes al comercio?
Sí, algunos. Diría que tenemos paisanos en México, que tienen esa misma percepción, pero con muchísima más experiencia, porque ellos han vivido la Asociación de Libre Comercio con Estados Unidos y Estados Unidos es un monstruo. Ellos han sufrido, pero ahora tienen plantas de empresas extranjeras en su territorio que están generando millones de empleos y millones de millones de impuestos. He sido director de Volvo del Perú. Hoy la empresa fabrica todo en el Perú. Eso ha sido años de años de ir avanzando de a pocos e ir compitiendo. Eso permite que todos los camiones que van a la sierra con los minerales y que regresan con los productos agrícolas, etcétera, sean producidos en el Perú. Es un caso de éxito.
El pleno del Congreso tiene en agenda el proyecto de zonas económicas especiales, que flexibilizan ciertas regulaciones para promover la industrialización en nuestro país, sea de empresas peruanas o extranjeras, ¿lo considera positivo?
Sí, pero todos estos estímulos deberían ser generales. Estamos en la ruta correcta, pero a veces hay mucha presión, a veces genuina, buscando intereses particulares. Y eso no es necesario acá. En el Perú tenemos el mar y la sierra. Ahí nomás tenemos el partido ganado. Después, lo demás es casi marginal.
Dado que son medidas que promueven, por ejemplo, que no se pague Impuesto a la Renta, ¿no necesariamente debería ser generalizado?
Estoy de acuerdo, deberían darse poco a poco, porque hay que comprender la situación fiscal de los países y de las poblaciones que requieren comer.
¿Qué opina de la situación del capital humano en nuestro país?
De lo que he tenido oportunidad de ver en los años de estar muy en contacto con todas estas economías de APEC, el Perú es excelente en cuanto a su calidad poblacional, en el sentido de competitividad. Lo que al Perú lo ha jalado en forma negativa en orden de importancia, han sido los gobiernos, que han sido un desastre, y muchas veces los empresarios, que han jalado, inexplicablemente, a favor de regímenes cerrados, con altos precios y ya sabemos la historia. Creo que ahora sí se abre un camino bueno.
¿Qué retos diría que tiene el próximo gobierno?
Continuar con el mismo camino de abrir mercados. Si bien el puerto de Chancay es bastante relevante, nosotros podríamos tener toda la costa con puertos de primer nivel. Digamos Bayóvar, Paita, Talara, Chimbote son sensacionales. Incluso son más grandes que Chancay. Ojalá que nos demos cuenta de las oportunidades que tenemos. Con esos tres o cuatro puertos, la situación del Perú puede ser realmente extraordinaria.
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